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jueves, 25 de abril de 2024 | Última actualización: 21:31

¿Qué debemos hacer?

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Plantearse en plena campaña electoral el reflexionar sobre qué medidas deberían proponerse desde el gobierno autonómico y central para mejorar la situación económica y el futuro de la provincia, es algo muy complejo; o fácil, porque las promesas se las lleva el viento y porque medidas sin una memoria económica que las avale son casi papel mojado. Y yo no soy tan iluso en pensar que lo que pueda proponer vaya a misa, como se dice. Y, además, proponer menos impuestos y más ayudas económicas es de lo más socorrido, pero apenas soluciona el problema a futuro; tal vez ayude a conseguir votos para mantenerse en la poltrona hasta la siguiente campaña.

Es curioso porque, generalmente, se hace referencia a qué pueden hacer los demás por nosotros, pero pocas veces se analiza qué podemos hacer nosotros por los demás, en este caso por la economía provincial.

Es importante la participación de la llamada sociedad civil y en eso tenemos mucho que avanzar. Somos, en general, poco dados a la colaboración con los demás y a la participación ciudadana; nos preocupamos algo de cara a las elecciones y nos ceñimos a los argumentarios del partido en cuestión o al 'mesinfotismo'. Y ello no es bueno porque nos falla el análisis crítico, el no dar por acertada cualquier afirmación, incluso aunque sea la de nuestro partido más afín.

Y esa mentalidad crítica nos falta y no ayuda a solucionar o, al menos, plantear y pelear por nuestros problemas; que los solucionen los demás. Y en política no tenemos unas circunscripciones como las británicas en las que el político de turno deba vérselas regularmente con unos ciudadanos concienciados. Esto es algo a mejorar y mucho, aunque lo veo muy difícil pues el dirigente de un partido que va camino de desaparecer, afirmaba, cuando lo dirigía, querer cambiar la ley electoral; ahora, con la polarización y casi crispación existente, imposible.

En la sociedad y en la economía castellonenses hay dos frases que todavía sigue siendo las que nos marcan en muchas circunstancias; una de ellas ya la he apuntado, “¿Qué pueden hacer los demás por nosotros, en lugar de plantearnos qué podemos hacer nosotros (ciudadanos, empresarios, trabajadores) por los demás (en este caso, la economía provincial)” y “Cadascú en sa casa y Déu en la de tots”.

Estas dos frases han estado patentes, y lo siguen estando en gran medida, en el comportamiento y en la trayectoria de nuestros principales sectores económicos, el citrícola, el cerámico y el turístico.

En el sector citrícola, mientras todo fue bien, ni agricultores, cooperativas, comercios y asociaciones empresariales se preocuparon por la promoción y defensa de la citricultura, promoviendo su consumo, formando un lobby que defendiera sus intereses en Bruselas ante cualquier asunto o tratado o formando auténticas agrupaciones de agricultores.
En el sector cerámico, la falta de una adecuada colaboración interempresarial lleva a desaprovechar economías de escala entre empresas o a actuar como un lobby potente tal cual hacen los italianos. Y lo más preocupante es que parece que aún está en el ADN del empresario, no tanto de los grupos, el interés básico por lo propio.

Y en el sector turístico, que en los últimos cuarenta años apenas ha cambiado, salvo honrosas y pocas excepciones, y con la buena climatología que se tiene en esta provincia, apenas se ha preocupado para que la campaña turística se alargue más allá del periodo estival; y no todo.

Y todo esto dependía de nosotros (ciudadanos, empresarios o trabajadores) y somos nosotros los que aún podemos hacer algo al respecto.

Pero hay otros aspectos que están ahí y que actúan negativamente sobre las posibilidades de la provincia y del país, que no son fáciles de implementar, y que afectan tanto al gobierno autonómico como al central, a las empresas y los propios trabajadores. Algunos de esos aspectos son, por ejemplo, el dela formación y el del fomento de la curiosidad a todos los niveles y edades, sobre todo cuando más dela mitad de los nuevos trabajos a diez años vista aún se desconocen.

Hay un claro desajuste entre las necesidades del mercado de trabajo y la oferta de la formación reglada. La propia FP, muy denostada hasta hace poco tiempo, mejora, pero todavía la burocracia en la implantación de nuevas titulaciones es grande. Es necesario también que la formación no reglada se adapte rápidamente a las necesidades cambiantes y nuevas.

Por otro lado, mientras un trabajador español apenas asiste aunas veinte horas de cursos de formación al año, el alemán va a unas cincuenta y, seguramente, mucho más ajustadas a sus necesidades de trabajo. Y si nos referimos a la formación dual, que en España aún tiene poco predicamento y menor participación de las empresas y del sector público, recuerdo que a comienzos de los años noventa del siglo pasado, en los primeros congresos de Qualicer, ya venían profesores alemanes que hablaban de sus bondades en ese país.
Y sobre el fomento de la curiosidad, me temo que con la formación infantil y primaria tan reglada ya desde los primeros años, se reprime y no se fomenta la curiosidad del/la menor. Si, además, se le dirige hacia una formación poco multidisciplinar, tenemos un coctel que no va a ayudar a la necesaria diversificación, innovación, investigación o interés por lo nuevo.

Por eso, decir que el gobierno autonómico y el central pueden ayudar dando más subvenciones a las empresas para salir del bache actual, léase problema del gas en la cerámica, solo sirve para perpetuar los problemas de cara al futuro porque, y lo repito de nuevo, los retos para ser una empresa cerámica de futuro son importantes: mejorar el nivel medio del cliente al que se vende e incrementar el valor añadido del producto, reducir la diferencia en el precio medio de venta exportado respecto a Italia, invertir mucho más en investigación dentro de las propias fábricas, crear un auténtico lobby cerámico al incrementar la colaboración interempresarial, dotarse de más departamentos de marketing, estudiar las alternativas al gas como combustible o hacer frente a la competencia del resto de fabricantes mundiales que han adquirido la tecnología ink jet, entre otros.

En la actividad turística, la bonanza climatológica para alargar la temporada supone la actuación del empresariado y de las actividades complementarias para poder llegar a niveles de ocupación similares a los de otras provincias turísticas con solera, contando ya con la creciente actividad del aeropuerto.

Y en sector citrícola, en mi opinión, ya es muy difícil que los pocos agricultores, las cooperativas, comercios y organizaciones empresariales puedan recuperar el peso y la fuerza que hubieran tenido de haber actuado cuarenta años antes; ahora, los que sí se debe exigir a Europa, entre otras cosas, es que el control en fronteras de la entrada de productos foráneos sea el mismo en exigencias o que la fruta que entre tenga los mismos tratamientos que la española. Y la culpa no la tiene Europa porque, en gran medida, esta situación la hemos propiciado nosotros.

Como ustedes pueden ver, en mi opinión, la solución no es nada fácil. El hablar de ayudas puntuales puede ser bueno para un momento, pero va a mantener nuestros problemas estructurales, no solo castellonenses, y de falta de diversificación. Bajar impuestos, como decía al inicio, puede hacer ganar votos, pero es el chocolate del loro porque esa persona que quiere menos impuestos también quiere mejor sanidad, más educación, mejores carreteras, más limpieza en las calles o más seguridad; y eso sale delos impuestos.

Y hay que hablar también de una auténtica reforma fiscal y una política de rentas, en la que se pueden dar bajadas y subidas de ciertos impuestos, pero también de subidas en las pensiones a tono con los salarios y de eficiencia en el gasto público. Pero todo eso, en una época de polarización creciente y de personas que siguen, como el rebaño, las directrices de los argumentarios políticos, que creen a pies juntillas a los medios oficiales o a las plataformas alternativas, y que, por tanto, carecen en mucho de una mentalidad crítica, es difícil hacer algo de futuro.

Y, puestos a pedir, exijo que con la misma prestancia y publicidad con la que se dan a conocer los presupuestos autonómicos y estatales, se publique detalladamente cada año en qué se ha gastado e invertido lo presupuestado. Y, por supuesto, que se concluyan las ya viejas reivindicaciones de infraestructuras provinciales y que el corredor del Mediterráneo se vaya terminando porque es muy posible que cuando lo esté, sirva para poco; y es necesario e imprescindible saber que tipología de mercancías y en qué cantidad está dispuesta a circular por el mismo.

Y, no solo demandar a los gobiernos central y autonómico las ayudas, subvenciones e inversiones necesarias y rápidas para que la provincia supere este bache, sino exigir una drástica reducción de la burocracia existente y una exquisita eficiencia en el gasto, amén de presentar periódicamente la cuentas.

Pero, sobre todo, presionar a los políticos para poner en marcha de una vez por todas el consenso imprescindible a fin de ir llevando a cabo las propuestas señaladas en los párrafos precedentes. Ah, y la sociedad civil (ciudadanos y empresarios) que implementemos lo que nos corresponde porque, si no es así, seguiremos siendo una provincia y un país con un futuro incierto.

En resumen, solo pido que pongamos en duda aquello que leemos, oímos o pensamos, que no aceptemos algo sin analizarlo. Me he dejado muchas cosas importantes en el tintero, pero espero que la sociedad civil las reivindiquemos. Y que haya vida inteligente entre los políticos y los ciudadanos para pensar en todo lo anterior ¿Es eso posible en un mundo cada vez más acelerado y polarizado? Si no lo es ¿a dónde vamos? ¿Y usted qué opina?