La participación ciudadana en la gestión municipal del ayuntamiento de Benicàssim no solo es un derecho, sino una necesidad fundamental para el buen funcionamiento de la democracia. En un municipio como Benicàssim, caracterizado por su dinamismo cultural, turístico y social, la implicación activa de la ciudadanía en las decisiones públicas debería ser una prioridad para el equipo de gobierno del PP y una responsabilidad asumida por de todos los benicenses.
Desde el equipo de gobierno del PP, se debería hacer un llamamiento claro, constante y sincero a la ciudadanía para que participe en los asuntos municipales. No se trata solo de cumplir con un requisito legal, sino de fomentar una cultura democrática donde los vecinos y vecinas se sientan escuchados, valorados, tenidos en cuenta y corresponsables del futuro del municipio. En este sentido, el marco normativo vigente en la Comunitat Valenciana, concretamente la Ley 2/2015, de 2 de abril, de Transparencia, Buen Gobierno y Participación Ciudadana de la Comunitat Valenciana, establece mecanismos para garantizar el acceso a la información, la consulta y la colaboración ciudadana en las políticas públicas, que podría hacerse a través de una web accesible y completa donde los ciudadanos podamos saber en tiempo real el estado de los distintos proyectos en desarrollo, de los gastos e ingresos de las arcas municipales y al mismo tiempo nos dé la posibilidad de interaccionar aportando las necesidades a cubrir, las deficiencias de ls servicios públicos y las mejoras que aporten valor añadido. Esta ley proporciona una base sólida para desarrollar canales efectivos de participación y transparencia, pero su aplicación real depende del compromiso político y administrativo del equipo de gobierno del ayuntamiento de Benicàssim. ¿Para cuando estará abierto el canal de participación ciudadana?
Sin embargo, uno de los principales obstáculos que enfrenta la participación ciudadana en Benicàssim —y en muchos otros municipios— es la falta de motivación por parte del equipo de gobierno para abrir espacios efectivos de participación. La creación de órganos consultivos que no se reúnen, la ausencia de procesos participativos vinculantes o la falta de difusión de las convocatorias ciudadanas alimentan un clima de desafección y escepticismo. Esta actitud pasiva por parte de las instituciones contribuye al desapego de la ciudadanía, que no encuentra razones para implicarse si palpa que sus aportaciones no tienen consecuencias reales, ya que se practica el silencia administrativo o se esconden en el último cajón.
Pero la responsabilidad no recae únicamente en las instituciones. La ciudadanía también debe asumir su papel activo en la mejora constante de su estado de bienestar. Participar no es solo acudir a votar cada cuatro años, sino involucrarse en los presupuestos participativos, asistir a reuniones vecinales, proponer medidas para que sean analizadas y valoradas en los Plenos Municipales, fiscalizar la gestión pública aportando los puntos débiles y fuertes de la misma y construir comunidad. Esta corresponsabilidad es esencial para alcanzar un modelo de gobernanza más justo, equitativo, inclusivo y eficiente.
Cuando ni las instituciones promueven una participación real ni la ciudadanía responde con compromiso, la democracia se empobrece. Esta falta de sintonía entre gobernantes y gobernados, como la que apreciamos hoy en día en el municipio de Benicàssim, nos hace retroceder a épocas donde las decisiones se tomaban desde el poder sin diálogo ni consenso. Volver a esos tiempos sería una derrota colectiva y una pérdida de los avances democráticos conquistados con tanto esfuerzo.
La solución pasa por recurrir a la democracia formal como herramienta de encuentro entre el gobierno local y la ciudadanía. La democracia formal —entendida como el respeto a las normas, los procedimientos y los espacios de deliberación establecidos— no es un fin en sí mismo, sino un medio para construir una verdadera democracia participativa. Solo a través de esta simbiosis entre una gestión pública abierta y una ciudadanía activa se podrá construir un Benicàssim más justo, sostenible, saludable y preparado para afrontar los retos del siglo XXI.
En definitiva, la participación ciudadana debe dejar de ser una aspiración para convertirse en una práctica cotidiana. Para ello, el equipo de gobierno del PP de Benicàssim debe abrir puertas, facilitar herramientas y demostrar que la opinión ciudadana importa. Y, del otro lado, la ciudadanía debe comprometerse con su entorno, alzar la voz y participar activamente en la construcción del municipio que desea. Solo así se logrará una convivencia democrática plena, en la que todos y todas se reconozcan como parte esencial del cambio.