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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 12:52

Qué difícil es decir ‘Buenos días’

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Luis Andrés Cisneros. Coordinado Medios de Comunicación Vox Castellón.

Definitivamente no es ‘políticamente correcto’ ni ‘está de moda’ hacer una cosa tan simple como saludar cuando uno entra en un sitio donde hay gente, no me atrevo a decir seres humanos. Las frases ‘Buenos días’, ‘Buenas tardes’ o ‘Buenas noches’, han pasado a ser proscritas y eliminadas del lenguaje habitual.

¿Quién no se ha sentido observado, como una rara especie animal, al saludar, por ejemplo al entrar en un lugar, y decir ‘Buenos días? Los individuos e individuas (para no ofender a nadie), que allí se encuentran te miran con un gesto hosco o de extrañeza, ya que esas dos palabras parecen pertenecer a un idioma gutural, sin ningún sentido en la actualidad. Y no digamos nada, sí al irte de allí, sueltas la palabra ‘Adiós’, entonces las miradas se transforman en un gesto de incredulidad y hasta de pánico.

He llegado a pensar que es hasta muy posible que se desconozca semánticamente el misterioso significado de esas palabras o, más bien, que los niveles de educación (que no, enseñanza, aunque últimamente suelen ir muy parejos) estén por debajo del cero.

Cabría pensar que eso es sólo achacable a la gente joven. No nos engañemos, no es exclusivo de la juventud, las personas mayores también se han apuntado con gran entusiasmo a esta moda, supongo que para que no les tachen de “carcas” o cosas peores.

Pero claro, qué podemos esperar de una sociedad que está, a grandes pasos, despreciando todo lo que no tiene nada que ver con la progresía y que tiene, como paradigma, aseverar que todo lo pasado es malo malísimo. Y no digamos nada si se trata de que, por ejemplo en un transporte público, se ceda el asiento a una persona anciana o una señora embarazada. Eso sería para nota ‘cum laude’ de la urbanidad y ahora no estamos por la labor.

Desde que en los colegios se destruyó la autoridad del profesor, desde que los que tienen que dar ejemplo no lo dan, desde que la corrupción es el pan nuestro de cada día, desde que está bien visto asaltar capillas, desde que los ‘programas basura’ han inundado nuestra vida diaria y desde que muchos padres han dejado de educar a sus hijos pensando que ese trabajo se lo harían en la escuela, hemos llegado a cotas de estulticia impensables hace cuatro días.

Querido lector, no ceda ante las modas, conserve la buena educación, es un bien necesario para nuestra sociedad y, de momento, aún no la gravan nuestros políticos con ningún impuesto, aunque, por desgracia, todo puede llegar.

Por cierto. Que no se me olvide: Adiós.