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martes, 16 de abril de 2024 | Última actualización: 19:14

La debilidad del nacionalismo español (III)

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

La semana pasada hablábamos de las palabras de Luciano de la Calzada, diputado de la derechista CEDA, y de cómo tradicionalmente la Derecha ha utilizado el concepto Nación para excluir al otro, al diferente. Y la reciente utilización de la enseña nacional –no criticada por nadie curiosamente- por la extrema derecha contra Manuela Carmena es un buen ejemplo. ¿Cómo no puede ser débil pues el nacionalismo español? Y si unimos a ello su desprecio a la condición plural del Estado, a la propia existencia de lenguas distintas y de la existencia de territorios como Cataluña, Euzkadi, Galicia o la propia Comunidad Valenciana, tendremos un retrato que se aproxime a la realidad. Es decir, patrioterismo barato más exclusión del distinto políticamente y negación de la pluralidad del Estado. Un coctel explosivo pues.

Y la puntilla a la existencia de un mínimo sentimiento nacional homologable al de otros países como por ejemplo Francia o Grecia, que nadie lo dude, se lo ha propinado el Partido Popular y Mariano Rajoy. Probablemente no haya partido político que trabaje más contra la Nación española, a pesar de sus pulseritas rojigualdas, que el partido del señor Rajoy. Así, el brutal desmantelamiento del Estado de Bienestar por parte de Rajoy, sus hachazos profundos a los derechos sociales y a las libertades de los españoles, lo que han conseguido es que todavía se haya diluido más el sentimiento nacional español, que la indiferencia hacía una bandera y unos símbolos que agitan con desparpajo los mismos que se llevan el dinero a Suiza o Andorra alcance cotas máximas. ¿Cómo no sentir indiferencia ante lo que agitan unos señores que no sienten el más mínimo pudor ni exhiben el más mínimo dolor ante el sufrimiento que están padeciendo nuestros conciudadanos?

Y sin embargo, yo creo que nuestro país tiene futuro. Creo que las posibilidades de crear una nación moderna e ilustrada, una nación o nación de naciones en la que todos se sientan a gusto y que no fuera inhóspita no se agotaron con la II República. Creo que se puede crear una conciencia nacional no excluyente en la que los ciudadanos vean reflejados unos servicios y unos derechos y libertades que hasta ahora le han sido hurtados salvo brevísimos periodos. Claro que para ello tendrán que ser descabalgados de una vez los señoritos del cortijo, los que siempre han agitado el patrioterismo para excluir a los demás. Y si no es fácil, también es cierto, créanme,  que quedan pocas oportunidades antes de que cada uno tire por su lado. El cortijo y sus señoritos son demasiado insoportables.