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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 16:11

La educación en perspectiva (I)

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

Cuando la señora Gomendio, número dos del Ministerio de Educación, afirma que el sistema universitario español es insostenible y viene a decir que los españoles hemos estudiado por encima de nuestras posibilidades, no hace otra cosa que ser coherente con los intereses de las élites extractivas que ella representa.

De hecho, la acción de gobierno de Wert, de Català, de todo el PP, ha ido en la única dirección de defender a unas élites extractivas que contemplan con horror cómo la democratización y la extensión de la enseñanza amenaza su posición. Ellos,  acostumbrados a despreciar el mérito y la capacidad como ascensor social, firmes defensores del compadreo y del amiguismo como medio de perpetuación de sus privilegios, han actuado en consecuencia.

De esta manera, cuando se habla de la realidad educativa española, de nuestro sistema educativo, conviene poner las cosas en perspectiva. Así, cuando se critica la mediocre posición que ocupamos en el ranking del Informe PISA, tal vez debamos tener en cuenta que, tal y como demuestra Pau Mari-Klose, si el nivel educativo medio de los padres españoles fuera similar al de los progenitores finlandeses nuestro país ocuparía el octavo lugar en el citado ranking. De hecho, Castilla León, que ocupa un magnífico lugar en el informe PISA, presentaba a finales del siglo XIX unas tasas de alfabetización similares a las europeas; mientras,  en el resto de España,  el más atroz analfabetismo era la tónica dominante.

En esta línea, debemos recordar que si Francia, con Napoleón, creó la Escuela Nacional obligatoria, en España la enseñanza fue un servicio marginal que se dejaba en manos de los Ayuntamientos (que era lo primero que recortaban) y de la Iglesia. De esta manera, a finales del siglo XIX mientras en Francia apenas el 10 % de la población era analfabeta, en España ese porcentaje ascendía a más del 60 %. Es decir, la historia de la alfabetización y de la cultura de las generaciones precedentes influye y mucho en el nivel educativo medio de un país. Esa es la realidad, y lo que debemos tener en cuenta a la hora de analizar en perspectiva lo que ocurre en el ámbito educativo de un país.

En este sentido, España, salvo el breve paréntesis de ese sueño de modernización que supuso la II República, siempre presentó un brutal atraso educativo hasta los años 70 del siglo XX. Eso era lo que le interesaba a las elites extractivas de este país. Y al parecer lo que les vuelve a interesar. Continuará.