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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 21:35

La gran divergencia (I)

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

En su momento Oxfam utilizó una imagen muy poderosa, como recuerda Stiglitz, para ilustrar la dimensión de las desigualdades: en  Davos, en el 2014, un autobús que transportara a 85 de los mayores multimillonarios del mundo contendría tanta riqueza como la mitad más pobre de la población, es decir, unos 3.000 millones de personas. 85 personas lo que 3.000 millones de seres humanos. Oxfam descubrió otra cosa además igual de llamativa: que el 1 % de la población mundial poseía  la mitad del patrimonio mundial, y que va camino de tener como el 99 por ciento restante en este 2016 que está a punto de empezar.

De hecho, según el Índice de Gini de los distintos países, la desigualdad se ha disparado en los últimos años en la mayor parte del mundo, y así, según la OCDE desde el 2007 se han evaporado los escasos  progresos que se habían conseguido en los 20 años anteriores. Y no sólo ha sido como consecuencia del aumento del paro a niveles nunca vistos, de la destrucción del Estado de Bienestar y de la pérdida de derechos; el número de trabajadores pobres no ha parado de crecer como consecuencia de los hachazos permanentes fruto de las políticas neoliberales. Y de eso puede dar buena fe, tanto Estados Unidos,  donde en Texas o Mississippi uno de cada cinco trabajadores es pobre, como ha demostrado Brady, o España,  que es el tercer país de Europa con mayor porcentaje de trabajadores por debajo del umbral de pobreza.

Sin embargo, a la hora de abordar el porqué de este brutal aumento de las desigualdades, de esta gran y creciente divergencia, no podemos quedarnos meramente en la Crisis. Tendremos que ir a cómo se gestó, lo que explica en buena medida esas respuestas basadas en la mal llamada “austeridad”. Y en la distancia, la Crisis comenzó a gestarse con la desregulación de los mercados financieros que  puso fin a las bridas que el New Deal y el Keynesianismo impusieron tras el Crack del 29 y la Gran Depresión, a la rebaja de impuestos a las rentas más altas como señala Piketty, al triunfo en definitiva de las doctrinas neoliberales que supusieron Reagan y Tatcher y que la Tercera Vía, supuestamente socialdemócrata,  acabó validando. Y lo peor de todo, es que a pesar de su brutal fracaso, estas doctrinas neoliberales,  siguen conformando, como señala Varoufakis, la ideología dominante legitimadora. Y ello a pesar de que, como se ha demostrado, sus pretensiones de ciencia son más parecidas a la astrología que a la astronomía.  Algo de lo que el caso español es un buen ejemplo como veremos la semana que viene.