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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 13:16

Bipartidismo: ¿Sí o No?

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Se viene produciendo en España un curioso fenómeno, sino inexplicable si muy sorprendente para mucho observadores.

Dos partidos que han estado luchando encarnizadamente contra el bipartidismo,

por razones muy distintas, han acabo laminados en los últimos comicios vividos.

Me estoy refiriendo tanto a UPyD como a  Izquierda Unida, que pretendiendo ser los partidos bisagra que garantizaran la gobernabilidad apoyando a populares o socialistas han acabado engullidos en su propia vorágine y victimas de sus propias incongruencias.

UPyD ha caído fruto de la egolatría de su fundadora, que no ha sabido ni querido unir sus fuerzas a las de Ciudadanos, para articular un partido de auténtico centro ideológico, y que sin duda habría conseguido ser esa tercera potencia política para equilibrar nuestro sistema democrático, prescindiendo de los obsoletos partidos nacionalista independentistas.

Izquierda Unida ha sido fagocitada por el populismo comunista estalinista de Podemos, y por la falta de coherencia de sus lideres, que prácticamente se han entregado sin oponer resistencia a la nueva fuerza emergente de extrema izquierda, más fruto de la frustración generalizada, que de una ideología razonable o razonada.

Y ahora llegamos a las elecciones Municipales y Autonómicas y pocos meses después a las Generales, con la duda razonable de saber si PP y PSOE seguirán teniendo la sartén por el mango, o se verán obligados a  negociar pactos de gobierno o a realizar coaliciones post electorales, con  Podemos o con Ciudadanos, que parecen confirmarse como los mayores beneficiarios de los votos de los decepcionados socialitas y populares que se niegan a seguir otorgándoles sus votos, a quienes les han estado decepcionando alternativamente durante tres legislaturas, las dos de Zapatero y la de Rajoy.

Si analizamos las mejores democracias occidentales, curiosamente todas ellas viven en un sistema bipartisdista admirable.

EEUU, Alemania, Gran Bretaña y Francia, son los cuatro ejemplos más próximos, de que el problema de España, no es el bipartidismo sino la corrupción que ha penetrado hasta lo más profundo de nuestras instituciones y partidos políticos.

En los conocidos como países  PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) ha sido más frecuente el pluripartidismo, y como es evidente los resultados no han sido mejores.

En Estados Unidos, o gobiernan los liberales o los conservadores, y ni siquiera existen otras alternativas desde hace muchos años.

En Alemania, la Democracia Cristiana del CDU o la Socialdemocracia del SPD y aunque antes había un Partido Liberal (PDL) como bisagra, que luego fue sustituido por los Verdes (DIE GRÜNEN) lo dos grandes partidos han preferido la gran coalición entre ellos dos, que alianzas con terceros.

En Gran Bretaña alternan los Laboristas con los Conservadores, y en contadas ocasiones se coaligan en pactos post electorales con el Partido Liberal Demócrata o con Verdes.

Y en Francia, cuyo sistema de “ballotage” a doble vuelta, facilita el sistema y la elección de Presidente, también se han turnado los Gobiernos Socialistas de Hollande y Valls, con los de  derechas de la UMP de Sarkozy, con la particularidad de que en ocasiones han convivido Presidentes de Izquierdas con Gobiernos de Derechas sin mayor problema, y el llamado a ser partido bisagra, el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen y su hija Marina ha sido siempre obviado en los grandes pactos por los dos partidos mayoritarios.

Por el contrario entre los PIGS, a veces nos encontramos con una sopa de letras interminable y tetra o penta coaliciones post electorales, que en vez de permitir gobernar dignamente se convierten en una jaula de grillos, que apenas tiene una existencia muy limitada, y que acaba en posteriores elecciones que suelen llevarles a situaciones semejantes.

Por todo lo apuntado, parece ser que es precisamente el bipartidismo tan denostado en España, el que parece haber dotado del equilibrio necesario a las cuatro grandes potencias democráticas occidentales, y aquí nos empeñamos en acabar con él.

Considero que nuestra mayor batalla la debemos de mantener contra la corrupción  e incluso en último término  contra un Estado de la Autonomías que ha hecho de la corrupción y la insolidaridad su principal arma para la desintegración de un Estado Español sano y emergente, que nos les interesa a ellos de ninguna de las maneras, para conseguir sus objetivos egoístas.

De los españoles va a depender en gran manera el camino que se tome entre este mes de Mayo y final del año 2015.

Luego ya no nos valdrán coplas, y tendremos que cargar con las consecuencias de nuestra decisión al depositar nuestros votos en las urnas.

Y gran parte de la culpa no será solo nuestra, sino también de una clase política que no habrá sabido regenerarse y recuperar el sentido de la ética y de la moral indispensable, para llevar las riendas del Estado.