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domingo, 27 de abril de 2025 | Última actualización: 21:07

Un nuevo orden arancelario mundial

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El pasado día dos Trump firmó, con su inconfundible letra picuda, una orden ejecutiva más entre los cientos adoptadas en sus 76 días de gobierno. Una orden revolucionaria que está dando mucho de que hablar en el mundo entero porque a todos los países nos afecta.

Se trata de imponer unos aranceles generalizados con un mínimo del 10% de tasas a las importaciones procedentes de cada país, cifra a la que hay que sumar con carácter de penalización, otro porcentaje acorde con los aranceles aplicados por países muy concretos. La administración Trump dice haberse mostrado generosa pues habría cargado la mitad del arancel aplicado por los países exportadores. Un razonamiento éste, poco convincente, por cierto.

Según tal planteamiento, los países de la Unión Europea que hasta ahora estarían cargando aranceles del 40% del valor del producto, recibirán en lo sucesivo, tasas del 20%. Y más aun de eso, hasta cifras próximas al 40% se encontrarán países asiáticos como China, Corea del Sur, Japón o Vietnam.

La guerra comercial ha estallado y ya tenemos encima las primeras consecuencias: la caída de las Bolsas mundiales con unas cifras -el 10%- que no se conocían desde los años de la pandemia y ello tanto en el Dow Jones de Wall Street como en el IBEX 35 de nuestras tierras.

Previsiblemente ello puede llevarnos a un decrecimiento importante del comercio internacional debido a las medidas restrictivas que ciertos países -principalmente China- han impuesto como sanción contra los Estados Unidos. Una segunda consecuencia será el aumento del coste de vida, la inflación y posiblemente todo ello derivará en una recesión.
Dentro de la desgraciada iniciativa de Trump, en lo que se refiere a la Unión Europea, por lo menos nos ha metido a todos en el mismo saco del 20%, lo que facilitará la toma de decisiones en común de la UE respecto a los EEUU.

Por supuesto Europa en general se resiste a ir a una guerra abierta contra un país hasta ahora aun aliado e importante socio. En la reciente reunión ministerial celebrada en la sede de la OTAN en Bruselas, el Ministro de Exteriores norteamericano Marco Rubio -¿Se acostumbran ustedes a tener un Ministro estadounidense con nombre hispano?- insistió en la fortaleza de la OTAN y la convicción de su país en la necesidad de la Alianza. Una de cal y otra de arena, guerra económica pero alianza militar.

Todo este maremágnum ha venido a estallar en el peor momento, cuando la agresión de Rusia a Ucrania, después de los mini ataques a Georgia, a Moldavia y Chechenia han creado en Europa una psicosis de miedo por la extensión de la guerra a otros países de Europa, al estallido de una Tercera Guerra Mundial y lo que es peor, con una posible alianza ruso-norteamericana como ya se había producido durante la Segunda Guerra contra el nazismo alemán.

Nos habíamos temido lo peor con la llegada de Trump a la Casa Blanca pero todo está resultando peor de lo imaginado. Trump viene cargado de rencor por lo que considera Biden le robó durante cuatro años y está intentando corregir no solo lo que Biden hizo durante ese tiempo sino lo que ha sido la constante de la democracia americana, liberal, europeísta, pro occidental y con una leal amistad con países de Oriente y Oceanía como Japón, Corea del Sur, Taiwán, Australia y Nueva Zelanda, amistad que ahora parece ponerse en entredicho.

Es de esperar que esta revuelta dure como mucho cuatro años, aunque tampoco es a excluir cambios durante el actual mandato republicano, con correcciones en los más estrechos colaboradores en el gobierno, como Elon Musk, que pronto saldrá del equipo, o modificaciones en proyectos económicos si estos no dan la riqueza de resultados que el gobierno de Trump había previsto.

Pero hay que tener cuidado porque cuatro años son los que China necesitará para convertirse en la primera potencia mundial.