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viernes, 29 de marzo de 2024 | Última actualización: 21:59

¿La cerámica en la encrucijada?

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Enrique Domínguez. Economista.

Lo que parecía un problema de otros sectores o que podía afectar sobre todo al ciudadano, se está convirtiendo en una cuestión global que, además de afectarnos como ciudadanos nos puede afectar como trabajadores, parados, pensionistas o menores de edad. Me refiero a todo lo relacionado con el precio de la electricidad y del gas natural.
No quiero con este inicio alarmar al lector, pero es importante no perder de vista que un problema que se considera de carácter temporal se puede alargar y convertirse en estructural. Y ahí es donde podemos tener un problema real y difícil de superar.

Como país, nos las prometíamos, y nos las seguimos prometiendo, muy felices tras el acuerdo de la UE, no exento de recelos más o menos fundados de los países llamados halcones, de financiación abundante, con el objetivo de conseguir la mejora y puesta al día delas economías europeas.

En el caso español, el Plan de recuperación, transformación y resiliencia diseñado solo por el Gobierno, señala en sus treinta programas de inversiones y reformas los aspectos sobre los que deben versar los proyectos a llevar a cabo hasta 2023.

Ello ha dado pie a planificar unos presupuestos con unos objetivos decrecimiento del PIB y de la recaudación que, diferentes hechos, entre ellos el de la subida del precio de la electricidad y del gas y su incidencia en la inflación, así como los cuellos de botella en los suministros internacionales, están originando disminuciones en las previsiones de crecimiento que diferentes organismos internacionales realizan sobre España y sobre el comercio mundial.
Y si a esto añadimos los problemas dentro del primer gobierno de coalición, la ausencia de consenso por parte de la oposición porque cree que tiene la victoria clara y la presión de los partidos que pueden ser básicos para la aprobación de los presupuestos, veremos que el futuro inmediato no está claro. Y, además, con la imperiosa necesidad de cumplir las demandas de Bruselas en cuanto a la reforma laboral y las pensiones para dar su aprobación al envío de los fondos previstos.

Pero, bajemos ahora al ámbito provincial. Hay sectores que son electro-intensivos, como es el caso de la siderurgia; hasta ahora nos preocupamos sobre todo de la subida del precio del kilovatio para el ciudadano, obviando, al menos en muchos medios de comunicación, su incidencia en la actividad industrial, en los servicios y en la agricultura.
Con el gas sucede otro tanto; resulta que el sector cerámico castellonense consume más de 15.000 gigavatios/hora al año y es el segundo consumidor español de esta energía tras el sector químico. Su precio va en ascenso y no tiene visos de parar, si bien se dice que es un comportamiento coyuntural.

Pero, lo cierto es que el ambiente internacional es este campo no es el mejor. La UE, tanto para la energía eléctrica como para el gas, indica que cada país afronte el tema con sus armas, quelas acciones en conjunto son complejas y a largo plazo. China es un consumidor creciente de gas y Putin incrementa su precio de suministro presionando a la UE sobre el tema de Crimea.

En nuestro caso específico, el domingo 31 de octubre se cerró el suministro de gas argelino a través del gaseoducto que pasa por Marruecos y solo nos queda el envío por el gaseoducto entre Argelia y Almería y por barco en buques metaneros que se regasifica en las plantas españolas, entre ellas las de Cartagena y Sagunto. Es lógico pensar que se precisaran más barcos para transportar el gas, que su precio puede subir, lo mismo que los fletes ante la imperiosa necesidad de incrementar las reservas. Y con el precio al alza, sin visos de solución a corto o medio plazos del problema argelino-marroquí o de dar el visto bueno por la UE a la invasión de Crimea por Rusia.

Y el sector cerámico, que pasó de usar fundamentalmente fuel BIA a gas natural, está sufriendo y seguirá soportando incrementos en sus costes de energía y en el peso de esta en el escandallo final del producto, ayudado por el precio del CO2.

Producto que tiene una calidad reconocida por parte del fabricante y del consumidor, si bien para una parte importante de este, tanto nacional como internacional, el precio al que lo compra es básico.

Con esto, quiero decir que el sector cerámico está fabricando con mucha calidad, pero está vendiendo a precios bastante ajustados a su escandallo, con lo que subidas como la del gas, del CO2 y de las materias primas le afectan muy negativamente. Y por eso mismo, la anunciada subida de precios de venta puede ser contraproducente, aunque necesaria si no se quiere reducir la producción y despedir a trabajadores, porque es posible que el consumidor nacional pase a buscar cerámica de otros países más baratos o productos alternativos y que el comprador internacional cambie la importación por su producción nacional; producción que cuenta, seguramente, con la última tecnología inkjet fabricada en el polígono del Boverot en Almassora.

Se dice que los italianos tienen un gas más barato, es cierto; pero lo que se dice mucho menos es que los italianos venden sus productos en el exterior casi al doble de precio que los españoles, que la imagen del producto italiano está mejor posicionada que la del español, en líneas generales, y que el sector español se dirige principalmente a los segmentos medio y bajo mientras el italiano va a hacia los segmentos medio y alto o que las acciones de algunos fabricantes en incrementar el valor añadido del producto se ve frenado por la política de grandes producciones y precios ajustados de otros.

Por eso, ami entender, el sector cerámico se encuentra en una encrucijada de la que será difícil su salida sin sufrir dificultades si se sigue basando, en una parte relevante, en grandes producciones a precios ajustados y sin actuar decididamente en mejorar la imagen del producto y la clientela a la que se dirige.

Si se resuelve adecuadamente el problema del gas y la mayor parte del sector sigue con la política actual, su futuro seguirá siendo problemático. Y la economía castellonense, tan dependiente del mismo, sufrirá. ¿Y usted qué opina?