Jorge Fuentes. Embajador de España
En principio Zelenski había viajado a Washington para firmar un acuerdo de cesión de "tierras raras" a los Estados Unidos a cambio del apoyo que Trump seguiría prestando a Ucrania en su defensa contra Rusia. Para el presidente americano el planteamiento no era exactamente ese ya que Trump quería recibir los valiosos minerales como compensación a los 120.000 millones de dólares que su país había gastado ya en apoyo a Ucrania durante los tres años de guerra.
Pero en lugar de un ambiente amistoso y diplomático, el visitante se encontró con una auténtica encerrona, en plena sala oval, plagada de miembros del gobierno norteamericano, de periodistas y cadenas de televisión. Todo listo para la humillación que probablemente Trump había preparado de antemano.
El encuentro fracasó rotundamente. El tono fue subiendo por momentos. Hubo rectificaciones mutuas y sin duda Trump y Vance no estaban dispuestos a que la TV de su país captara y divulgara la más mínima señal de debilidad frente a su visitante al que acusaron de estar frivolizando en el umbral de la Tercera Guerra Mundial.
Por supuesto el encuentro acabó con un solemne fracaso, Zelenski salió de la Casa Blanca sin firmar el acuerdo previsto y marchó rumbo a Londres donde intentará con el Premier Starmer y con los quince líderes europeos que éste había convocado, reconstruir el diálogo con los Estados Unidos y buscar otras soluciones alternativas en el difícil momento en que se encuentra Ucrania y nos encontramos todos.
¿Cómo explicar el terrible desencuentro que se produjo en Washington, un choque pocas veces visto en la historia de la diplomacia?
En primer lugar, hay que tener en cuenta el carácter muy particular de Trump y su convicción de que Biden le había "robado" su segundo mandato en la Casa Blanca razón por la cual está dispuesto a borrar cuanto su predecesor hizo durante sus cuatro años de mandato, en especial en su actitud frente a Rusia y su enfrentamiento con Ucrania. De ahí su insistencia en recuperar los 120.000 millones de $ gastados en apoyo de Kiev.
Pero la actitud de Trump refleja otras realidades mucho más preocupantes. Es prueba de que el destino de Europa le importa bien poco. Su estrategia global, el principal interés del presidente norteamericano es China. Está convencido, no sin razón, que la gran batalla estratégica por el dominio del mundo se dará -se está dando- entre los Estados Unidos y China.
En esa liza, Europa juega un papel menor y esa es la razón por la que Trump nos ignora. Por el contrario, Rusia -económicamente insignificante, pero con un arsenal nuclear importante- es una pieza clave si se alía con China y sirve a ésta de peón de brega, en particular si ambos países cuentan con el apoyo de otros BRICS que, todos unidos, representan una gran parte de la superficie y población del planeta.
Semejante enfoque estratégico norteamericano es incompatible con el apoyo a Kiev en su lucha contra Rusia. Más bien al contrario, casaría con el proceso que comenzó en Riad en el diálogo entre Rubio y Lavrov que deberá culminar con una cumbre Trump-Putin, un tándem que funciona bien desde hace ocho años y que conduciría a una paz que premiaría al agresor y castigaría al agredido
Ante semejante panorama, ¿qué puede hacer Europa aparte de observar atónita? La Unión Europea no debe olvidar dos realidades: la primera es que la UE antes del Brexit tenía un PIB superior al de los Estados Unidos. Éramos la primera potencia económica mundial. La segunda realidad es que la suma de los ejércitos de los países miembros de la UE tiene más efectivos que cualquier otro país incluidos los EEUU.
De lo que la UE carece es de una Europa de Defensa, de una coordinación de fuerzas y de una provisión armamentista adecuada que le permitiera hacer frente a cualquier amenaza exterior, particularmente al de nuestro peligroso vecino ruso, sin contar con la tutela de los Estados Unidos que, al menos durante algunos años, no están dispuestos a proporcionárnosla.
Parece llegado el momento de fortalecer la Unión emplazándonos en el lugar que nos corresponde, económica, política y militarmente.