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viernes, 29 de marzo de 2024 | Última actualización: 12:44

"Indecencia" del exagerado incremento de los grandes salarios profesionales

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Esta semana, nos ha sorprendido el Gobierno otra vez, con la publicación de un incremento, a mi parecer, desproporcionado de las cotizaciones de los salarios más elevados de los españoles.

Pero cuando uno se percata de que el 40 % de estos sueldos corresponden a funcionarios del Estado empieza a entender el porqué de esa medida.

Esas cotizaciones no se les detraen a los funcionarios de más alto rango como parecería justo y normal, sino que las paga el propio Estado, es decir entre el resto de los españoles.

La "inefable y espabilada" Yolanda Díaz, impulsora y corresponsable con José Luis Escrivá de esta decisión, le echaba un capote a su compañero de Gobierno diciendo literalmente:
“Con las medidas que hemos desplegado, tanto con la cuota de solidaridad, cuando con el destope de las pensiones máximas, vamos a irrogar una cantidad de ingresos al sistema, muy importante”.

Una vez más "Yoli" da muestras de su escasez de recursos en el uso de la lengua española, algo que siendo ministra del Gobierno de España debería de dominar.

Por si era yo el ignorante, fui al Diccionario Espasa a consultar si existía ese “palabro”.
No lo pude encontrar.

Tan fácil y elemental como hubiera sido usar el verbo “limitar” para hacer más comprensible el contexto.

A continuación busqué el significado de 'irrogar' (palabra que nunca había usado ni escuchado yo) y me encontré con el contrasentido de que significaba 'causar u ocasionar daños o perjuicios'.

Por lo tanto, esta señora dijo sin querer hacerlo, “que iba a causar muchos daños y perjuicios a la cantidad de ingresos en impuestos”

Imagino que quizás quiso decir “irrigar” que viene a ser “regar con abundantes ingresos impositivos”.

Pero lo que no parece admisible, es que tengamos en las primeras jerarquías de nuestro Gobierno a esta clase de personajes y torpes que aún no han sabido encontrar la formación y educación correspondientes al cargo que ostentan.

No se le pueden pedir peras al olmo.

Pero no parece de recibo, vestir a esta señora con los últimos modelos ni darle una de las primeras jerarquías de la nación, cuando le cuesta hacerse entender.

Afortunadamente esto llega a su fin y en menos de dos meses, pasaran a ser parte de la historia más triste y despreciable de nuestra España de principios del Siglo XXI.

Porque ni los ministros, ni sus amanuenses que deberían de componer o repasar sus discursos antes de dejarles decir barbaridades en público, parecen tener sentido del ridículo.

Eso cabe y puede disculparse en concejales de pedanías muy pequeñas, pero, en mi opinión, no en primeros espadas de nuestro Gobierno de disponen de mil medios para no hacer tantas veces el ridículo.

Hasta la semana que viene amigos.