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jueves, 18 de abril de 2024 | Última actualización: 15:47

Fallece el pintor y compositor castellonense Paco Puig

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Destacaría de él por un lado, su virtud para evolucionar y por el otro, su incansable búsqueda por destruir para construir

Castellón Información. Patricia Mir

Resulta muy difícil para los que nos honramos con contar a Paco Puig entre nuestros amigos escribir estas líneas en estos momentos tan llenos de pesar. No obstante, no lo es tanto hablar de su obra, pues sabemos que ella perdurará por muchos años. Así pues no hablaremos del amigo ni del ser humano, solo del artista.

Fue el genio malagueño de Picasso el que dijo en una ocasión esa frase tan manida de: “No creo en las musas… pero si llegan que me pillen trabajando”. No sabemos con qué asiduidad acudía el numen al taller de Puig pero, lo que no cabe ninguna duda, es que cada día de su vida desde que cumplió los diez años dibujó o pintó. Es un fenómeno –o una obsesión aceptada- que incorporó a su cotidianeidad igual que alimentarse o descansar. En algún momento de esos primeros titubeos con el arte Paco Puig descubrió que la pintura tenía un lenguaje propio y que, autor y obra debían entablar una conversación permanente. Otros creadores de su época escogieron un lenguaje más figurativo que él comprendía pero no compartía. Puig ansiaba ya de una manera muy visionaria buscar su propio camino e identidad. Huyó de las referencias más inmediatas para mirar dentro de él. Una autoexploración que se transformó en un vendaval de bocetos y pruebas hasta hallar una vía distinta. Colegas de profesión se estancaron en lenguajes más decimonónicos donde el referente figurativo cobraba más peso. Paco Puig abrió entonces una brecha entre la escuela predominante y su obra.

PACO PUIG  pintor y compositor

Desde entonces Puig siguió topándose con nuevas encrucijadas en las que su trabajo no le aportó lo que él quería. Es entonces cuando vuelve a revelarse igual que lo hiciese en su temprano divorcio de la pintura más académica. Paco Puig fue muy exigente con su propia obra creativa y de ahí que la contínua evolución sea una marca de la casa. Puig siempre quiso que la obra vibrase, y en primer lugar que le hiciese vibrar a él. Cambiaba el color, la composición, la técnica y cualquier elemento propio de la pintura para lograr su propósito. Solo él sabía las obras que ha destruido por no pasar ese complicado examen. Esa es la clave para entender porque los mismos temas se sometan a estudios cromáticos o compositivos bien distintos, en función de la época. El último cambio importante surgió hace ahora aproximadamente 20 años. Paco Puig evolucionó hacia otras técnicas, hasta el extremo de aprovechar restos materiales y de reciclaje. A saber, maderas, telas, trapos, puntillas, etc.

La continua y permanente renovación parece entrar en contradicción cuando pensamos en la terquedad con la que el artista volvió, una y otra vez, sobre los mismos temas. La primera temática que hizo suya fueron las mulas, esas barcazas abandonadas reunidas en su conocida serie Fossar de naus. Estos cementerios de barcas en desuso siguen hoy igual de presentes que entonces. Puig reconocía que ya las pintaba de memoria. Estos fossars generaron otra temática que son las Ferroviarias. Vestigios a vapor de un tiempo pasado. En los últimos tiempos esas embarcaciones decrépitas se volvieron a echar a la mar para ser testigos de la lamentable travesía de cientos de miles de inmigrantes cruzando el Mediterráneo. Como bien apunta Wenceslao Rambla esta subserie de pateras se torna más oscura en la paleta y más expresionista en la composición.

PACO PUIG  pintor y compositorLas barcas condujeron después al pintor a otro de sus temas fetiche, los entierros. Puig reconocía que es una temática trágica, pero lo que de ella le atrae es la fuerza del asunto. Un punto de tragicomedia de la muerte que descubre Toni Gascó en estos escenarios de esperpento. Muy ligados a los entierros están las Mascaradas. Puig ha llegado incluso a sacarlas de la bidimensionalidad del lienzo para construir máscaras en relieve. Aquí la corriente expresionista halló la horma de su zapato. Rostros desfigurados que nos retrotraen a las pinturas negras y grabados de Goya y, cómo no, a la personalidad inestable de Edvard Munch.

Curiosamente, y pese a no ser aficionado a la cada vez menos fiesta nacional, Puig recurre en muchos momentos a la tauromaquia. Las interpretaciones casi grotescas que de este tema ha hecho Puig son infinitas. Pensemos por un instante en su galería de rostros de toreros y subalternos. En todos ellos el pintor somete al lienzo a múltiples experimentos con la técnica hasta hacernos olvidar por completo al personaje.

Un capítulo menor han sido las obras dedicadas a las gitanas. El poder de fascinación que despierta en el artista es precisamente el de retratar un mundo donde las personas viven abandonados, al margen muchas veces de la civilización. Igual que sus barcas o los habitantes de sus aquelarres.

PACO PUIG  pintor y compositorEl último tema del que ha exprimido hasta la última gota de jugo fue el de las arquitecturas, en muchos casos reales. Fachadas de iglesias y pueblos que el pintor visitó y retuvo en su memoria para después deconstruirlos. A Puig le gustaba decir que al dibujarlas estudiaba una forma de destruir toda la realidad que tenía en frente. Recrear esa imagen poderosa a su capricho pero otorgándole más fuerza que la propia realidad. La manera de hacerlo siempre ha sido la misma. Huir de las líneas y referencias horizontales y verticales para someter al dibujo a un trazo nervioso deformando las reglas de perspectiva. Olucha Montíns lo explica a la perfección cuando afirma que se trata de una perspectiva conseguida mediante la distorsión de líneas y el deliberado abandono del carácter naturalista y realista en la representación.

En definitiva, romper las reglas. Aunque no todas. Paco Puig siempre ha intentado respetar las perspectivas y los puntos de fuga, aunque con una predilección más que evidente por el primer plano. Quizás es en su serie sobre el Fossar de naus donde hallamos más profundidad y perspectiva que en cualquier otro de sus temas.

El color ha sido seguramente uno de los aspectos pictóricos que más cambios ha sufrido en el universo de Puig. El pintor castellonense aseguraba que el color es como un misterio que te atrapa sin acabar de descubrir nunca el cómo ni el por qué. De una manera casi retrospectiva podemos decir que el color ha ido evolucionando con el tiempo hacia tonalidades más simples. Incluso en sus últimas obras hasta dominar por completo el blanco. No un blanco limpio, sino un blanco sucio cargado de materia donde el collage ha jugado un papel importante. Su paleta se ha simplificado hasta prescindir últimamente de casi todo. Donde otros artistas apenas si dedicarían tiempo y energía, Paco Puig descubría mil combinaciones donde el blanco es único dueño y señor.

Obras del artista Paco Puig

Un buen corolario a esta aproximación sería que los temas permanecen, la técnica cambia. Su búsqueda ha sido personal, únicamente escuchando a su interior. Afirmaba Puig que si tienes vocación de verdad vas cambiando y buscando continuamente una novedad que altera la monotonía. La realidad es la que es pero Paco Puig siempre la sometía a una deformación. Si tuviese que definir brevemente el quehacer de Paco Puig diría por un lado su virtud para evolucionar y por el otro su incansable búsqueda por destruir para construir. El secreto por el cual este pintor nunca llega a cansar, pese a no abandonar durante más de cinco décadas sus inconfundibles temas, es por esa capacidad de interpretar la realidad. Primero deformarla para después construirla a su antojo. Destruir la realidad recreando aquello que ya está creado. Puig acaba su conversación diciendo que toda su vida ha girado en torno a crear una composición destrozada y con fuerza en el dibujo partiendo de ‘lo torcido’ y lo ‘mal hecho’. Si comprendemos esto como una elección voluntaria entenderemos todo el universo de este artista.