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martes, 30 de abril de 2024 | Última actualización: 23:48

"El Pasionario" español del siglo XXI

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Miguel Bataller. Ciudadano del mundo y jubilado.

Por fin, dos jóvenes diputadas de Vox en las Cortes, han conseguido desenmascarar el temperamento violento y los impulsos destructivos por no considerarlos en peores términos, de Pablo Iglesias al ser atacado en términos mucho más considerados, que los que él utilizaba desde su escaño cuando era oposición.

Macarena Olona y María Ruíz en dos intervenciones brillantes durante la semana pasada, recriminándole argumentadas muchas de las negligencias, torpezas e insensateces llevadas a cabo por los ministerios gestionados por Podemos y bajo su responsabilidad, abrieron la caja de los truenos de este personajillo.

Porque aunque cobre como Vicepresidente responsable del área de Asistencia Social, bien poco ha hecho por atender a los miles de ancianos que estaban en las Residencias de la Tercera Edad, tanto públicas como privadas.
En ellas han muerto más de la mitad de las víctimas de esta pandemia, unas sucumbieron al coronavirus y otras a la falta de la atención debida.

Este energúmeno, en cuanto se le reprocharon hechos tan evidentes como incompletos, porque aún nadie ha salido a dar la cara con números reales de este tema, tuvo la irascible reacción de los que nunca tienen razón.

Me recordó a las grabaciones que recuerdo haber visto en mi adolescencia de Dolores Ibárruri, La Pasionaria en las Cortes españolas en los primeros días de julio de 1936, cuando señalo con su dedo acusador a D. José Calvo Sotelo, que pocos días después, sería asesinado por militares al servicio del Presidente del Gobierno de la República.

Por eso, por su irascibilidad, por su dedo acusador y por la dosis de adrenalina y la inyección de sangre en su mirada que pudimos ver todos los españoles, le bautizo yo personalmente como El Pasionario español del siglo XXI.

Por vez primera, había encontrado la horma de su zapato este pobre diablo, investido de una dignidad totalmente inmerecida.

Acostumbrado a desenterrar muertos y odios, como arma política contra sus adversarios que nada tuvieron que ver con los hechos acaecidos hace ochenta años, o incluso más recientemente durante la crisis del ébola que murieron un perro y un español infectado en África y repatriado para intentar curarle, ahora se queja.

Dice no entender que se utilice el dolor y la muerte como arma política, cuando han sido siempre sus proyectiles más utilizados sobre la línea de flotación de sus adversarios.

El desenterrador de muertos de hace casi medio siglo y más de ochenta años, ahora es acusado de ser el causante directa o indirectamente de miles de entierros en los últimos cincuenta días, de los españoles más necesitados de sus cuidados y atenciones sociales y sanitarias.

Este pobre desgraciado, que acabará hundido en su propia basura y abandonado por aquellos a quien más daño les ha hecho y a quienes decía defender, ahora no tolera una crítica basada en hechos incontrovertibles, razonada hasta sus últimos detalles y convincente para aquellos que no viven de las subvenciones ni canonjías socialistas, comunistas, independentistas o terroristas.

Era frío y calculador como buen tahúr de la política en la oposición, pero cuando hay que jugar con las cartas boca arriba, pierde la partida, pierde también el control y la razón.

Pierde todo su crédito político como lo perdió La Pasionaria que tuvo que exiliarse a Rusia durante cuarenta años aproximadamente, tan pausada y serena en su madurez, como exaltada y equivocada lo fue en su juventud.

Mi enhorabuena a Macarena y María, por no haber perdido el temple y la madurez frente a las destempladas respuestas de este energúmeno.