Dignidad dícese de una persona cuando es honrada, responsable, íntegro, decente o noble. Pero estos días estamos asistiendo justo a lo contrario debido a un espectáculo bochornoso de WhatsApps entre el presidente del Gobierno y el que fue su mano derecha, que deja al descubierto la estrecha relación entre ambos.
Los insultos por parte del líder socialista a sus subordinados sonrojarían a cualquiera, a no ser, como en este caso, donde la dignidad por parte de los insultados brilla por su ausencia.
Esa falta de integridad y autoestima deja al descubierto que a una ministra puedan llamarla “pájara” sin que estos epítetos le molesten y que en una persona con un mínimo de autoestima hubiera dimitido de su cargo.
Pero esta falta de dignidad alcanza a todos los grupos políticos que actualmente sustentan al Gobierno, los que fueron capaces de aprobar una moción de censura por la frase de Rajoy “aguanta Luis, aguanta” ahora miran hacia otro lado, sin ni siquiera pedir explicaciones de estas conversaciones vergonzantes entre dos personas que son los que dirigían España y el PSOE y, por consiguiente, están consintiendo que la indignidad acampe por sus anchas. Estos grupos deberían por respeto a sus votantes pedir las explicaciones oportunas, pero se tragan los principios éticos a cambio de seguir en el poder.
¿Dónde está ahora la dignidad del PNV? Que en su día fue el aliado determinante de Pedro Sánchez en la moción de censura contra Rajoy para desalojarlo del Gobierno. Desde entonces vemos como cada día España pierde dignidad como país, ya no solo por todo lo que está saliendo a la luz sino por el uso indigno que se está dando a las instituciones, quedando únicamente fuera de esa manipulación el poder judicial que es el único que a duras penas se mantiene en pie, aunque ya hay una elaboración de texto para cambiar las reglas del juego a la hora de sustituir a los jueces, reforma que deberá pasar por el parlamento y esperemos que sus socios de gobierno, sean capaces de mantener el sentido común y conseguir que el poder judicial quede al margen de estas maniobras.
Está claro que España necesita nuevas elecciones y los ciudadanos deberán en conciencia recordar a la hora de votar todos los acontecimientos acaecidos desde que gobierna el señor Sánchez: amnistía, corrupción, apagón… etc. Con nuestro voto, los españoles podremos recuperar la dignidad que como nación hemos perdido y recuperar igualmente la imagen de una España abierta, plural en donde la concordia y el bien hacer sean ejemplo para toda Europa.