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martes, 16 de abril de 2024 | Última actualización: 14:11

Sin conocerte

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Rafa Cerdá. Abogado.

Ahora comienza lo más duro, y no me estoy refiriendo a las sucesivas olas de calor con las que inminente verano fustigará a los acalorados contribuyentes; ni tampoco a las mareantes negociaciones entre rutilantes estrellas del fútbol y los grandes Clubes a la hora de renovar los estratosféricos contratos (la Liga Profesional ante todo negocio). La hora de la dura verdad empieza para la familia y amigos de Ignacio Echeverría, después de los atentados de Londres del pasado 3 de junio, Ignacio ya no volverá a casa  por vacaciones, ni podrá participar en los mil y un detalles que componen la vida cotidiana de cada uno.

A Ignacio le mataron. Y con su muerte, acabó su  posibilidad de disfrutar, de trabajar, de compartir, de comenzar,…de vivir. Por mucho que el tiempo parezca darse prisa, el hachazo de añoranza para sus padres y hermanos nunca va a decaer. La obligación de recurrir al pasado cuando se habla de alguien querido, por culpa del sinsentido terrorista, se convierte, más que un experiencia dolorosa, en toda una afrenta.

Cuando la vorágine informativa va relegando a puestos secundarios la noticia del español valiente, me sigue sorprendiendo el arrojo de un hombre, que en cero segundos, decidió enfrentarse a un terrorista que estaba acuchillando a un policía. Mientras la multitud huía, Ignacio decidió quedarse a ayudar a una persona que no conocía de nada.

Y cada vez que lo pienso, se agiganta la figura de un hombre común, como usted y como yo, que compartía con sus amigos un rato de ocio en Borough Market; en pocos instantes, el miedo explota, la gente corre en todos los sentidos, gritos, un asesino intenta matar a quien se cruza en su camino, e Ignacio no se va. ¿Qué hubiera hecho yo si me hubiera encontrado en su misma situación?: intentar poner a salvo mi vida.

Una de las mejores citas que conozco sobre la generosidad incondicional dice así: “Nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos” (Evangelio de San Juan 15,13). Ignacio Echevarría plasmó con su propia vida estas palabras de Jesús de Nazaret, toda persona de bien debe gratitud infinita a este hombre bueno. Sin conocerte, has demostrado ser nuestro amigo.