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martes, 23 de abril de 2024 | Última actualización: 11:14

Hispanofobia crónica catalana

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Me atrevo de diagnosticar la enfermedad que aqueja a la inmensa mayoría de la sociedad política catalana, y ahora quisiera entrar a analizar las razones o motivos que han hecho que esa enfermedad haya llegado a anidar también en amplias franjas de la sociedad civil.

Un sentimiento regionalista exacerbado y alimentado durante casi seis siglos, ha llevado consigo a su evolución a un nacionalismo excluyente.

El complejo de querer ser “cabeza de un proyecto político propio e independiente” y negarse a aceptar durante todo ese tiempo el hecho innegable de que formaban una parte muy importante de España desde su nacimiento en 1492, les ha llevado a utilizar en momentos determinados a los políticos al frente de Cataluña un sentimiento de víctimas que aún no siendo real, les ha servido a sus propósitos.

Ese “España nos roba” que está tan de moda actualmente, nunca antes se había utilizado.

Antes recurrieron al “España nos oprime” pero en esencia lo importante era romper los lazos que les vinculaban al resto de los españoles, para así desde su “utópica independencia” poder los políticos catalanes rentabilizar en su propio beneficio lo que en teoría decían ellos que nos repartíamos el resto de los españoles de los frutos exclusivos de Cataluña, mucho más productiva que la mayoría de las restantes regiones españolas.

En una palabra, se negaban a ser solidarios con el resto de los españoles.

Y eso puede ser tan criticable como se quiera, pero muy humano.

¿Cómo he llegado a esta conclusión?

Pues después de mucho tiempo, el pasado domingo tuvimos un evento familiar muy extenso, al que llegaron algunos miembros familiares residentes en Cataluña algunos de ellos con profundo arraigo allí e incluso nacidos ya catalanes, aunque descendientes de valencianos, gallegos y aragoneses.

Al preguntarles a nivel personal (ninguno de ellos tiene cargo político alguno) como se entiende el independentismo catalán, cada uno de ellos me expresó su opinión personal aunque todos ellos coincidieron en decirme que el sentido de la responsabilidad laboral y el trabajo como fuente del desarrollo de un país era común a todos los habitantes de Cataluña.

Pero a continuación dos de ellos, me abrieron los ojos, ante un hecho que yo desconocía o al menos no le había dado la importancia que ellos le daban.

Me dijeron que los más independentistas de entre los ciudadanos de Cataluña, eran lo que allí son denominados charnegos, es decir o bien nacidos fuera de esa Comunidad Autónoma o bien descendientes en primera generación de no catalanes.

Cuando les pregunté las razones para ello, su respuesta fue contundente.

El mayor porcentaje de charnegos, tienen raíces andaluzas.

Normalmente durante las vacaciones de verano, pero también a veces en Pascua y en Navidades, suelen volver a sus orígenes, y allí se encuentran con sus familiares, y pueden verificar y comprobar de primera mano, lo que les explican sus parientes.

Las pocas peonadas que necesitan al año, para acogerse al PER, los beneficios subsidiados a los que tienen acceso y en definitiva todas las facilidades que les proporciona la Junta de Andalucía desde hace muchos años, que les permite vivir sin apenas producir, y que como consecuencia de ello, consiguen un voto cautivo que les ha permitido eternizarse en el poder andaluz.

Eso me hizo recordar la enorme polvareda y el enfrentamiento que trajo consigo unas declaraciones en ese sentido hechas por Duran i Lleida hace ya bastantes años, y que enfrentaron a andaluces y catalanes, y que terminaron con la inevitable mediación del PSOE, que no podía permitir que se le “alborotara el gallinero” en dos de sus mayores graneros de votos del socialismo español: Andalucía y Cataluña.

Pero en esencia el problema radicaba ahí.

Ni los andaluces quisieron reconvertir su política del PER, con lo que el porcentaje de parados en Andalucía nunca ha dejado de encabezar el ranking europeo, ni los catalanes han dejado de sentirse víctimas de esa anómala situación, aunque eso si, nunca se ha oído a nadie en Cataluña, decir “Andalucía nos roba”, entre otras razones porque los distintos Gobiernos españoles que se han sucedido desde entonces, no han querido evitar los abusos de Andalucía, y han preferido taparles la boca a los independentistas catalanes con dinero de todos los españoles.

Para los políticos independentistas catalanes, ha sido muy rentable la hispanofobia y quizás por eso la han seguido utilizando hasta ahora.

Si a ello añadimos el error Constitucional de los conciertos económicos vasco y navarro, tendremos cerrados los tres lados del triángulo del problema que tenemos y  del órdago que nos ha planteado el clan de los Pujol sirviéndose de su leal testaferro Arturo Más, que no sólo ha creado un enorme problema de difícil solución ahora, sino que ha entregado de una manera irracional el poder en Cataluña a sus aliados de conveniencia, que nunca querrán utilizar ya la vacuna antihispanofóbica en suelo catalán, porque a ellos les ha ido muy bien el desarrollo y cultivo de esa enfermedad, para la consecución de sus objetivos.

De todo ese conflicto, solo salé un ganador innegable: Esquerra Republicana de Cataluña.

Veremos pronto el modo de conjugar sus intereses, con los de la nación española.