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viernes, 29 de marzo de 2024 | Última actualización: 13:35

Razón de Estado

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Santiago Beltrán. Abogado.

Se acaba 2012 y con él el primer año de un nuevo Gobierno. Es el momento de hacer balance, aunque la pereza te invade de inmediato. Sobre todo porque poco o nada de lo sucedido durante el 2012 ha sido agradable ni parece apuntar en la buena dirección. Hay quien desde el gobierno nos quiere convencer que estamos mejor que hace un año y que se han puesto las bases para salir de la crisis, precisamente, a finales del año que viene. Otros, desde la oposición nos insisten en que el país ha retrocedido considerablemente, que una gran mayoría de colectivos están en permanente estado de manifestación, que la pérdida de derechos sociales es evidente y que de esta forma no vamos a ninguna parte.

Los primeros utilizan la justificación por bandera. La herencia recibida, Europa nos exige, debemos cumplir los objetivos de déficit, rebajar la prima de riesgo, sanear nuestra economía. En definitiva, administrar y repartir dolor a los ciudadanos. Y a pesar de todo tienen Razón de Estado para hacerlo, aunque ello suponga quebrantar un principio básico en democracia: la confianza de los electores manifestada en el voto a un programa político, que lejos de exigir un incremento de la presión fiscal, por ejemplo, fundamentaba la salida de la crisis en todo lo contrario, porque su propia experiencia pasada así lo demostraba.

Los segundos, responsables máximos de la situación desoladora de nuestra economía a finales de 2011, que dejaron el país como un solar, y que prometen hacer lo mismo con su propio partido, exigen un cambio de planes que prime el bienestar social frente a las necesidades de ajuste y reforma, y con ello llevarnos a la más absoluta bancarrota.

El resto de partidos, sin fuerza ni poder suficiente para influir en casi nada, se mantienen en estado de total perplejidad, porque creen tener fórmulas mágicas que sanarían el enfermo y nadie parece tomarles en consideración.

¿Con qué carta hemos de quedarnos?

Anoche el Jefe del Estado en su anual mensaje navideño seguro que nos ha dicho (este artículo es anterior al discurso real) que es momento de sacrificios y de esfuerzos comunes, que la sociedad española es fuerte y podrá salir de la crisis como en otros períodos de la historia pasada, que no hay que desfallecer y perdernos en disputas estériles que comprometan la integridad del país y con ello nuestro futuro, que ahora cuando se atisba una salida es el momento de arrimar el hombro y unirnos en un único objetivo.

Nada nuevo que no hayamos escuchado antes.

¿Estamos realmente mejor que hace un año?, ¿El año próximo es el último de la crisis?. No lo sabemos, pero quien afirma interesadamente que lo haremos, tampoco, y lo peor es que venimos asumiendo esta cantinela desde hace demasiado tiempo para continuar creyendo en ella.

Decía Carlos V, que la Razón de Estado no se debe oponer al estado de la razón. Y lo que a los ciudadanos nos dice la razón es que necesitamos trabajar, tener una vivienda, comer, pagar las deudas, seguir manteniendo la ilusión para prosperar y dejar un futuro digno a nuestros hijos. La razón nos dice que en el último año no se ha cumplido el objetivo, por cuanto hay menos trabajo, más desahucios, más ayudas asistenciales a las familias, más morosidad, y una pérdida absoluta de confianza en el porvenir.

Por tanto, si lo que he apuntado es cierto, la Razón de Estado no ha servido a su fin y se ha opuesto al bien común.