Noticias Castellón
viernes, 29 de marzo de 2024 | Última actualización: 13:47

¡Ay, si Berlanga levantara la cabeza!

Tiempo de Lectura: 1 minutos, 57 segundos

Noticias Relacionadas

Alejandro Marín-Buck. Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Castellón.

Esta semana hemos vivido un nuevo capítulo de improvisación política por parte del Gobierno del Estado y ya he perdido la cuenta de los que llevamos desde el inicio de la pandemia. A este paso, superará a Aquí no hay quien viva como sigan así y no lo remedien.

El complemento obligatorio desde hace meses que no puede faltar en nuestro día a día ha sido trending topic esta semana. Me estoy refiriendo, como no podía ser de otra manera, a la omnipresente mascarilla. Y no,  no ha sido noticia por los estudios que avalan su eficacia, sino por el coste de las mismas, ya que se estima que gastamos de media por persona unos 150 euros al mes, lo que para ser un artículo de primera necesidad y obligatorio, se hace casi obsceno.

La búsqueda de una solución para reducir su coste era sencilla, en un principio el Gobierno estableció un precio máximo por mascarilla de 0,96 euros para proteger los precios y evitar la especulación, luego pensó en promocionar la producción para abaratar el precio de origen, que lógicamente no funcionó, pero en ningún momento pensó en reducir el IVA del 21% al 4% como si se tratara de un objeto de lujo en vez de un bien de primera necesidad. Ya saben, el regresismo de los progresistas.

Ahora y tras meses de presión social y cinco meses después de que Cs lo pidiese en el Congreso, por fin deciden hacer lo que otros países de nuestro entorno llevan tiempo aplicando, la reducción del IVA y aliviar así la carga que supone para las familias el uso de este material de vida o muerte. Lo hacen no sin antes darnos otra muestra de lo que mejor saben hacer: confundir al personal, contradecirse y sobre todo tomarnos por tontos.

Lo hacen obligados, no porque quieran. Como forzados se vieron a obligarnos a llevar la mascarilla, pues cabe recordar que primero Simón y sus expertos fantasmas dijeron que no hacía falta. Y así todo. Esperpento tras esperpento, improvisación tras improvisación, mientras la economía y la salud española penden de un hilo.

¡Ay, si Berlanga levantara la cabeza!