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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 19:01

Apuesta por el aguacate de proximidad

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En la era del kilómetro cero, la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático, encontrar aguacates valencianos en los lineales de Carrefour debería ser lo más normal del mundo pero, para sorpresa e indignación de productores y consumidores, es toda una excepción. Si vas a la mayoría de cadenas de supermercados lo único que ofertan son aguacates procedentes de Perú u otro país sudamericano situado a más de 8.000 kilómetros. Y no porque aquí ya no haya, todo lo contrario, aún quedan toneladas de aguacates de la variedad Lamb Hass en perfectas condiciones que siguen colgando de nuestros árboles porque los intermediarios los dejan fuera de sus planes de compra. 

La iniciativa de Carrefour es un primer paso que la Asociación de Productores de Aguacates (Asoproa) ha alcanzado tras haber denunciado este despropósito tanto públicamente como durante sendas reuniones presenciales con Carrefour y otras cadenas de la gran distribución a lo largo de las últimas semanas. Es evidente que este logro no resulta en absoluto suficiente y falta mucho camino –no solo en este tramo final de la campaña local sino también de cara a las próximas temporadas– para conseguir que las empresas comercializadoras apuesten de una manera preferente y permanente por el aguacate de proximidad.

La diferenciación del aguacate valenciano y español ha sido una prioridad para Asoproa desde su constitución en 2019 en el seno de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja). Nos parece fundamental que el consumidor identifique de un golpe de vista nuestro producto y le reconozca el valor añadido que efectivamente posee. Si todavía hay alguien que no lo sepa yo se lo confirmo: nuestro aguacate garantiza los máximos estándares del planeta en trazabilidad, seguridad alimentaria, sostenibilidad medioambiental y, por supuesto, en calidad y frescura. No hay un aguacate con menor huella de carbono que el cultivado aquí, tanto por las estrictas exigencias establecidas a los productores europeos como por el mínimo transporte a un mercado comunitario que tenemos al lado.

Por su parte, las importaciones procedentes de países terceros no cumplen necesariamente todas las exigencias europeas y necesariamente comportan un mayor impacto sobre el medioambiente. Solo hay que fijarse en los 30 o 40 días que tardan en llegar a Europa en barcos que, a diferencia del catamarán de Greta Thunberg, contaminan desprendiendo toneladas de CO2. O en los problemas ecológicos que su cultivo ocasiona en zonas con déficit hídrico y riesgo de erosión, mientras en Valencia los agricultores emplean la misma cantidad de agua para regar los campos de aguacates que cuando tenían naranjos.

Las últimas detecciones del Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (Rasff) suman otro hándicap a los aguacates foráneos en materia de seguridad alimentaria. En lo que llevamos de año contabilizamos tres interceptaciones de envíos de aguacates originarios de Perú con niveles de sustancias que superan los Límites Máximos de Residuos (LMR) permitidos en la Unión Europea. Incluso en algún caso se trata de aguacates ecológicos, por lo que la notificación alcanza la consideración de "grave".

Con esta comparativa, creemos que si un punto de venta expusiera aguacates de proximidad a un lado y aguacates foráneos al otro, muchos consumidores elegirían los primeros. Por frescura, por sabor, por salud, por medioambiente. Además de que la diferencia de precio no es tan significativa.

El problema, como decía al principio, es que los consumidores no están teniendo ni siquiera la posibilidad de elegir por la negativa de algunos supermercados a ofrecer el aguacate de proximidad. Esta campaña que acaba es la primera en la Comunidad Valenciana con graves problemas de comercialización y precios bajos. Hasta ahora las perspectivas habían sido muy positivas y lo razonable es que lo siguieran siendo al haber más demanda que oferta local.

Lo explico con datos. A pesar de la expansión del cultivo en los últimos años, la Comunidad Valenciana apenas tiene 2.835 hectáreas que producen en torno a 6.000 toneladas de aguacates. En el conjunto de España, con 20.485 hectáreas, la producción ha llegado este año a 115.000 toneladas. Pues con esa cantidad, por mucho que haya crecido, únicamente hemos llegado a cubrir un 15% del mercado europeo cuya demanda también ha continuado subiendo. Las proyecciones internacionales indican que el crecimiento de la oferta va a superar en breve al crecimiento de la demanda, pero, aún así, los consumidores europeos podrían comerse todos los aguacates españoles y todavía les faltarían de fuera para satisfacer sus compras.

Lo que queremos es que nuestros aguacates no se queden pudriéndose en los campos y que sean expuestos en las tiendas mediante una clara diferenciación respecto a los aguacates importados de otras procedencias. Tal como anunciamos durante la II Jornada del Cultivo del Aguacate celebrada en Valencia, Asoproa llama a la unidad de todo el sector –productores, comercializadores, distribuidores y administraciones– para impulsar una marca de calidad que identifique nuestro aguacate y la creación de una interprofesional que acceda a subvenciones europeas con las que impulsar campañas ambiciosas de promoción. Tenemos un producto mejor y mejor tenemos que venderlo. Solo así podremos garantizar precios dignos a todos los eslabones de la cadena en el futuro y, por tanto, la sostenibilidad de su cultivo.