Miguel Barrachina. Economista y vicepresidente del área económica de la Diputación de Castellón.
Todo dato económico es susceptible de tener diversas interpretaciones, la economía no sólo es cíclica sino además estacional, es decir que en función de si es Navidad, Pascua, verano o invierno los datos fluctúan. Por eso, para que no nos engañen hay que hacer comparaciones “interanuales”, observar cualquier dato con el mismo del año anterior, porque de esta forma en doce meses completos han transcurrido todas las temporadas, festividades y comportamientos estacionales que pueden viciar cualquier conclusión.
Siempre que comparemos septiembre con agosto, aquél será un mal mes porque los turistas ya se han marchado, hay que compararlo con el septiembre del año anterior. Lo mismo con el primer trimestre del año, que hay que compararlo no con el trimestre previo, en pleno gasto navideño, sino con el mismo del año anterior.
Y haciéndolo así, observamos que Castellón, y todo el conjunto nacional, vive una nueva realidad económica, por más que tarde en percibirse nítidamente. Escuetamente los datos anuales, referidos a los últimos 12 meses son los siguientes:
*En Castellón el número de desempleados ha caído un 13,5%, descendiendo en 12.600.
*Se han generado 6.800 nuevos empleos en la provincia.
*Hay en España 99.000 jóvenes menores de 25 años menos en las listas del paro.
*Primer año de crecimiento nacional, el PIB sube un 0,6% tras seis de destrucción de riqueza.
*La riqueza neta de las familias crece en 160.000 millones.
*La prima de riesgo cae un 47% y nuestra deuda pública se financia mas barata que la de Estados Unidos.
*Productividad, exportaciones, balanza exterior, creación de empresas e inversión extranjera han dado un giro copernicano, hasta la banca comienza a prestar.
Al final nos queda un gran problema que limita la creación de empleo, nuestra elevada deuda pública, pues aunque es cierto que ya está controlada, el agujero anual que recibimos de mas de 100.000 millones en 2011 es todavía de 67.000 millones y hace crecer nuestra deuda en esa misma cuantía, lo que nos obliga a trabajar muchos meses al año para pagar intereses. Con estas cifras la alternativa a la austeridad es el colapso griego, si no pregúntenle al socialismo francés.
Eliminar el déficit hoy y reducir la deuda supondría recortes de tal magnitud –afectando incluso a pensiones, que el gobierno no puede, ni debe, practicar.
Pese a las enormes limitaciones e hipotecas con las que nos toca jugar esta partida económica, la batalla al desempleo está comenzando a ganarse.
Queda mucho por reformar y lo más doloroso es que el empleo es la última variable en despertar tras una crisis, pero el anuncio ministerial de 650.000 nuevos empleos en dos años posiblemente se supere por la nueva realidad.
