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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 00:44

Volver a viajar

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Después de dos largos años, desde que empezó la pandemia, nos hemos decidido a retomar nuestro gusto por los viajes. Para empezar hemos escogido un lugar fácil, cercano, familiar. Un lugar en Europa, en la Unión Europea. Un país que conocemos bien, donde tenemos familiares y muchos amigos y donde poseemos incluso un pide-a-terre que nos permite guardar nuestra intimidad cuando la deseemos.

Lo de moverse dentro de la UE es importante ya que en ella existen unas reglas sanitarias comunes aunque bien es cierto que en cada país miembro se aplican de forma más o menos rígida.

Pienso que muchos de los amantes de los viajes se han retraído precisamente por temor a las dificultades que tendrían que salvar al cruzar las fronteras.

Tranquilícense: todo es más sencillo de lo que imaginan, siempre -claro es- que usted esté vacunado al menos dos semanas antes de emprender el viaje.

Provéase de un certificado preferentemente impreso, aunque igualmente lo aceptan si está debidamente programado en su iPhone.

Al facturar su equipaje en el lugar de origen, le pedirán su certificado Covid y en cuestión de minutos se encontrara usted rumbo a su destino. Ya en el avión le pedirán que complete un formulario, del tipo que siempre habían exigido en los vuelos intercontinentales, en que figure su residencia permanente y la temporal en el lugar de vacaciones.

Y eso es todo. Como mucho al llegar a su destino, lo más que le pedirán es mostrar de nuevo su certificado de vacunación y desde ese mismo momento es usted libre como un pájaro para moverse por donde lo desee. Sin cuarentenas y apenas sin mascarillas y ya puede hacer lo mismo o más que en España: ir al teatro, a la ópera, a conciertos, callejear, cafetear, restaurarse.

Pero lo más importante es que aunque haga usted lo mismo que en su residencia habitual, en su querida patria, respirará la gratísima impresión de estar en otro lugar, degustando otros sabores, hablando otros idiomas, departiendo con otras gentes.

Y desenganchando de los problemas de cada a día de su amada patria; imagínense el gustazo de no oír hablar de Sánchez, ni de sus acólitos en el gabinete, ni de la renovación del CGPJ, ni del precio de la luz, ni de los okupas, ni de la mesa catalana.

Vaya relajo. Esa es, en verdad, la clave del placer de los viajes: cambiar de aires, desconectar, olvidarse de la rutina diaria. Y alcanzar esa indescriptible sensación de que empieza una nueva aventura.