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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 00:44

Ucrania siempre

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Hace casi una década que vengo hablando de Ucrania, de su europeidad como el tercer país más extenso del continente; de su delicado emplazamiento entre el Este y el Oeste con una larga historia independiente pero con una reciente etapa de integración en la URSS, de la que fue parte esencial.

Escribí también en este diario del renacer de la Guerra Fría con el resurgir de Moscú en el escenario internacional tras los años de decadencia que duraron lo que duró el tiempo de prestigio y vigor de los Estados Unidos y la Unión Europea.

Poco imaginaba que, años más tarde mi propio hijo iria voluntario a ocupar la vacante de consejero en la Embajada de España en Kiev donde se encuentra desde el pasado Septiembre.

Los datos que a día de hoy debemos retener son los siguientes:

- Desde hace semanas, Rusia tiene emplazados 100.000 soldados en la frontera con Ucrania.

-Biden acaba de expresar su convicción de que Rusia invadirá Ucrania pero que a medio y largo plazo se arrepentirá de haberlo hecho porque recibirá sanciones económicas muy severas de Occidente. No mencionó resistencia militar alguna.

-En parecida posición se encuentra la Unión Europea.

-Tanto en Washington como en Bruselas se da un desdoblamiento de posiciones que son tibias individualmente pero más firmes en grupo, de ahí que la OTAN esté movilizando fuerzas por tierra, mar y aire en la zona vecina del Mar Negro, en los países bálticos y en otros de Europa Central.

Así están las cosas en estos momentos. Las conversaciones entre los EEUU y Rusia, se mantienen. Hoy mismo Blinken y Lavrov conversaron en Ginebra. Moscú busca garantías de que Ucrania no será admitida en la OTAN y que Occidente frenará la exportación de armas hacia países de la antigua URSS, que Rusia considera, una vez perdido el anillo de seguridad del Pacto de Varsovia, como el área irrenunciable para su defensa estratégica.

Tanto Naciones Unidas como toda la normativa jurídica internacional, reiteran el respeto a la independencia y soberanía de todos los países del mundo sean grandes, pequeños, poderosos o débiles.

En este sentido, Ucrania, como cualquier otro país, tiene pleno derecho a decidir libremente en qué alianza internacional decide alinearse, sin que ninguna potencia le dicte como debe decidir su seguridad en función de intereses ajenos.

Por desgracia, las normas internacionales están lejos de respetarse y lo que rige en la sociedad mundial es una 'real politik' dictada por las potencias.

No es evidente que Rusia lo sea. Carece de la fuerza económica, demográfica e ideológica necesarias. Solo mantiene la razón de su armamento nuclear que no es poco. Y en los últimos años, con el encogimiento de los EEUU puesto de manifiesto con el aislacionismo de sus tres últimos Presidentes, así como la crisis de la UE reflejada desde la segunda década del siglo XXI, sugieren a Putin y a su entorno que es su hora para ganar protagonismo en la escena mundial.

Una actitud que Putin solo moderaría si recibiera señales inconfundibles que le conminaran a hacerlo. Y por el momento las amenazas económicas no lo son. Putin siente sus espaldas protegidas por la espita del gas que, en caso de cerrarla, dejaría a Europa helada y a oscuras. Y también por su alianza con China que por el momento parece conforme con las andanzas rusas por su vecindario (Siria, Kazajistán, Ucrania) y más aún con el encogimiento norteamericano en Afganistán.

La salida de la crisis se presenta muy compleja. Occidente no puede ceder aceptando que Ucrania es 'domaine reservé' de Rusia. Sería como aceptar la superioridad de Moscú. Tampoco puede admitir un cambio de piezas aceptando que Venezuela y Cuba recibiera armas letales de Rusia. Y menos aún que Putin operara una 'intervención limitada' en las zonas rusófilas del Este de Ucrania o en las inmediaciones de Crimea, donde la minoría rusa alcanza el 60% de la población.

Las espadas están en alto. Algunos países -entre ellos España- hemos emplazado fuerzas en la región. La OTAN cuenta con un cuarto de millón de soldados una cifra en sí, muy intimidatoria. Aún cuando por el momento la voluntad de intervenir no exista. Es el momento de la diplomacia. Habrá que seguir negociando tanto como sea necesario, aunque sabiendo que las fuerzas están ahí.