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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 00:44

Aquel Grau sin cine ni flor y nata

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Rosario Trilles, natural de Grau, narra a sus 82 años los problemas de las restricciones sociales para una anciana

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Deogràcies Pagá/Castellón Información

El cine del Grao cerró sus salas este verano, las cafeterías donde tomar té y comer pastas se convierten en una posible zona de contagio. "¿En qué posición deja eso a los ancianos, que somos personas de riesgo?", pregunta Rosario Trilles. Asidua entre las butacas del cine y entre las terrazas de las cafeterías del paseo Buenavista, Trilles clama por opciones para divertirse y pasar el rato.

Su costumbre en esos hábitos comienza hace más medio siglo. Se le quebraba la voz mientras explicaba detalladamente cómo se enteró de que iba a ser dama de las fiestas de Sant Pere. Un medio día de 1950 ella estaba comiendo caldo de pescado con su padre, "en ese momento no teníamos ni para servilletas" explica mientras tiembla la comisura superior de sus labios. De repente apareció el tío Sentet, tenía que proponerles un acuerdo muy importante, "así como caro", recalca Trilles. "El tío Sentet nos ayudaba económicamente" aclara.

Ese año había pocas damas Y Sentet había pensado en la joven Rosario para ampliar el elenco. Trilles señala: "Mi padre contesto: 'aquí poco dinero hay para vestimentas y todos los pagos, pero a  ti no te podemos decir que no' ".

A día de hoy, esas damas se reúnen periódicamente para comer y disfrutar de su compañía. "solíamos ir mucho al cine juntas, lo teníamos al lado y podías disfrutar de una buena tarde", comenta Trilles. Sin embargo, desde este verano que cerraron el Neocine y sumándole la complicada tesitura por la Covid-19, ya no pueden disfrutar de ese pasatiempo.

 width= "El cine era el único entretenimiento que teníamos, ahora ya no tenemos nada", crítica Trilles. Pregunta: "¿Qué puede hacer la gente mayor del grao en esta situación, si no hubiese coronavirus?". Trilles reivindica unas mejoras y un plan para este sector de la ciudadanía, "que no tiene más remedio que ver las telenovelas en casa y así pasar la tarde". "¿Qué tenemos que hacer?, ¿Subir con un taxi hasta allí arriba?", propone irónicamente, refiriéndose al centro comercial La Salera.

Antes, cuando era joven, podía ir al cine que había en la ciudad de Castelló. Después iban al bar Chicky o al Las Vegas. "Ahí nos hacíamos torraetas de sardinas para merendar", recuerda Trilles con nostalgia. Agrega a esta anécdota tan recurrente "al cine de normal íbamos al comienzo de la tarde, de las 16:00 hasta 18:00. Luego ya merendábamos".

Y ahora ni fiestas, ni cine. Sólo un DVD viejo con la serie de L'Alqueria Blanca y las telenovelas de la tarde. Sin intentar molestar, sin quejarse y sin hacer ruido Trilles se sienta en su sillón de terciopelo delante del televisor cada día. Para ella el confinamiento empezó antes de marzo, a excepción del fin de semana, cuando disfrutaba del séptimo arte.