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lunes, 29 de abril de 2024 | Última actualización: 17:24

Personas sin hogar

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El último domingo de octubre es el “Día de las personas sin hogar”, coordinado
por Cáritas española y alentado por nuestra Cáritas diocesana. El lema de este año reza
“Comparte tu red, no dejes que se queden fuera de cobertura”. Quiere interpelarnos a
todos para trabajar por integrar en la sociedad a las personas sin hogar. Se trata de
generar una sociedad que mira y ve, que genera lazos y que se compromete a seguir
trabajando para que toda persona pueda disfrutar de un hogar digno y adecuado,
permanente y en paz, siendo parte de la vida social y comunitaria.

Todos estamos interpelados: las administraciones públicas, los medios de
comunicación, la opinión pública, las organizaciones financieras y sociales y nuestra
propia Iglesia, sus miembros y sus comunidades. El objetivo es alcanzar un compromiso
común para que todas estas personas tengan un hogar.

En España, 9.487 personas sin hogar fueron acompañadas por Cáritas en 2022.

Muchas de estas personas están nosotros. Cáritas diocesana atendió en el año 2022 a
845 personas en situación de grave exclusión social; es decir, personas sin techo, sin
vivienda, o con vivienda inadecuada o insegura; de ellas 553 son hombres y 292 son
mujeres. El total es similar al del 2021, pero ha aumentado el número de mujeres.

Ante esta situación no podemos mirar hacia otro lado. Cada una de estas
personas tiene un rostro, un nombre y apellidos. Las personas sin hogar no nos pueden
ser indiferentes, como ocurrió con el pobre Lázaro del evangelio. Porque no se puede
estar tranquilo en casa mientras Lázaro yace postrado a la puerta; no hay paz en la casa
del que está bien, cuando falta justicia en la casa de todos. Sabemos que el hogar es una
condición necesaria para que el hombre o la mujer puedan nacer, crecer y desarrollarse;
para que puedan convivir, trabajar, educar y educarse, o para que puedan construir una
familia. No tener hogar es más que no tener una casa o vivienda digna; implica también
verse privado de cosas fundamentales para el desarrollo de todo ser humano como son
las relaciones personales, el sentido vital o el acceso a derechos fundamentales, como la
atención sanitaria y otros.

Las personas sin hogar constituyen una categoría de pobres todavía más pobres,
a quienes debemos amar y ayudar como el buen Samaritano; son nuestro prójimo. Estas
están hoy en nuestro camino y reclaman ayuda para gozar de sus derechos, para
recuperar su espacio legítimo en la sociedad y formar parte de un tejido comunitario
donde cada una tenga siempre un lugar conforme a su dignidad de personas. Es posible
y urgente acabar con estas situaciones de personas sin hogar.