Enrique Domínguez. Economista
Hace algo más de un mes escribía un 'reflexionari' con este mismo título, pero entre interrogantes. Hoy, por desgracia, lo repito sin interrogantes. La inflación ha venido, pero para quedarse bastante tiempo y todos sabemos el por qué. Hace un mes aludía como una de las causas “al enfrentamiento entre Rusia y Ucrania”; hoy sabemos que la guerra desatada por Putin contra Ucrania ha acelerado la tensión en los mercados de la energía, en particular del gas y del petróleo, y en aquellos sectores que la utilizan como elemento principal, la práctica totalidad de la actividad económica.
Esta situación ha dado pie a la adopción de sanciones económicas contra Rusia por parte de la Unión Europea (UE), de Estados Unidos y de la Otan y ello ha tensionado fuertemente los mercados internacionales, encareciendo el precio del gas y del petróleo y desabasteciendo a diferentes sectores de los productos que importaban de Ucrania, principalmente materias primas alimenticias, maíz y aceite de girasol o materias primas intermedias, como las arcillas para el sector cerámico.
Y ello ha provocado cuellos de botella en la producción de productos como las salsas o las galletas por la escasez de aceite de girasol o los piensos por el encarecimiento del maíz. Y, por supuesto, aumentos casi diarios en el precio de los combustibles, de la luz y su incidencia en la actividad de autónomos y transportistas y, por ende, en el coste de cualquier producto.
Que la inflación haya venido para quedarse va a depender de cuánto tiempo dure y de cómo termine esta guerra tan desigual y tan sinrazón. Pero habrá dañado de manera más o menos relevante a muchos sectores. Sin embargo, la fuerte unión hasta ahora de los 27 países de la UE y los fondos para la recuperación harán que 2022 sea un año de crecimiento económico, si bien con algunos puntos menos de avance en el PIB previsto.
Hay que señalar con los datos de febrero, que la tasa de inflación sigue yendo al alza respecto a enero en un punto en Castelló frente a 0,9 puntos en la Comunitat Valenciana (CV) y 0,8 puntos en España. En los últimos doce meses la subida de la inflación se ha situado en el 7,6% en España, frente al 7,8% en la CV y al 8,9% en Castelló. Nuestra provincia se encuentra entre las que más ha subido el IPC en el último año, siendo Toledo con el 9,7% y León, con el 9,6%, las que más.
A pesar de ese mayor incremento en la provincia, las subidas se manifiestan en las mismas actividades en las tres áreas: el grupo de vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles se ha incrementado en los doce meses que terminan en febrero en un 31,5% en Castelló, en un 29,4% en la CV y en un 25,4% en España. Si nos fijamos en el subgrupo de electricidad, gas y otros combustibles, la subida en el último año ha sido del 65,0% en Castelló, del 65,7% en la CV y del 60,3% en España.
Pero esta situación afecta a todos los sectores relacionados; así el grupo de transporte (por la utilización de vehículos personales) sube un 13,0% en Castelló frente a un 12,6% en la CV y a un 12,8% en España. Los alimentos y bebidas no alcohólicas ascienden un 6,8% en Castelló, un 5,8% en la CV y un 5,6% en España.
Castelló es más inflacionaria que la CV y que España y, aunque en mi opinión conforme se desciende en el universo que se estudia puede perderse exactitud, lo cierto es que el sector cerámico es el segundo que más consume gas de España y ello puede tener algo que ver en este hecho.
Pero el que la inflación subyacente (sin incluir los productos alimenticios no elaborados ni la energía) haya subido al 3,0% en España nos indica que este fenómeno ha venido para durar bastante tiempo; el propio Banco Central Europeo lo reconoce al indicar que la inflación esperada hoy para 2022, que puede variar en el próximo análisis, es del 5,1%, dos puntos por encima de la estimada hace pocos meses.
Y los efectos en la economía provincial ya está ahí; varias firmas azulejeras han solicitado un ERTE y más dos mil trabajadores se encontrarán sin trabajar, pero no serán parados. Gracias a los Ertes, como en la pandemia, la incidencia de esta situación no será tan gravosa. Pero las familias, por el precio del gas o de las gasolinas, los autónomos y las empresas, los transportistas, los agricultores, los trabajadores y los pensionistas, es decir, todos, veremos nuestro poder adquisitivo mermado y va a ser fundamental conseguir un cierto acuerdo de rentas para que salarios y precios no se indexen con la tasa de inflación.
En fin, me gustaría dentro de pocas semanas poder volver a poner entre interrogantes el título de este reflexionari. Pero me temo que esto durará más de lo deseable. ¿Y usted qué opina?
