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martes, 23 de abril de 2024 | Última actualización: 18:10

Las cerezas

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Ocurren tantas novedades en nuestra vida política que sería necesario disponer de una o varias columnas diarias para poder referirse a cada una de ellas. En el fondo, no está mal tratar simultáneamente algunos de los últimos acontecimientos porque todos ellos están entrelazados, como cerezas, y sólo juntos se comprenden y cobran sentido.

Se concedió el indulto a los sediciosos catalanes y casi a la vez se anunció triunfalmente la retirada de las mascarillas en espacios abiertos. Se dio la bienvenida a los turistas ingleses (infectados hasta las cejas con la cepa Delta/India) simultáneamente a la aprobación de la Ley de Eutanasia. Comienzan las conversaciones con el nuevo presidente catalán al mismo tiempo que en Cádiz se pretende borrar la memoria de Peman. ¡Vaya panorama!

Hay que ser ingenuo para pensar que una "concesión" del género de la supresión de mascarillas podía ser agradecida por parte de la ciudadanía y le haría olvidar cualquier otra grave tropelía cometida por el gobierno, como el indulto a los sediciosos.

De hecho, hoy día 26/06, primer día sin mascarillas después de más de un año, la inmensa mayoría de la gente sigue usándola, hasta tal punto se desconfía de las decisiones de un Ejecutivo que parece resolver sin fundamento. El hecho es que ni el porcentaje de vacunados, ni las cifras de contagios, ni la apertura al turismo exterior, permite excesivas confianzas.

En medio de una pandemia que puede declinar hacia el verano pero que también puede rebrotar en el otoño como lo hizo el año pasado, aprobar la Ley de Eutanasia resulta también paradójico y cruel. Ignorando los 75.000 muertos de más que conoció 2020 respecto a años anteriores.

El Gobierno ha precipitado la adopción de tal Ley sin dar suficiente tiempo a las Autonomías para formar las Comisiones de Expertos indispensables para evaluar los testamentos vitales y las voluntades anticipadas para acogerse a la Eutanasia. Se calcula que habrá anualmente unas 15.000 personas que se acojan a ese desenlace "barato", en ausencia de la fórmula "cara"de los cuidados paliativos para enfermos terminales que les permita terminar sus días tranquila y dignamente.

Pero en esta confusión de decisiones, lo que al Gobierno le preocupaba de veras, era asegurarse una mayoría parlamentaria que le garantizara su continuidad al menos hasta el final de la legislatura y ello pasaba por atenazar al gabinete socialcomunista pese al declive de UP y no perder el apoyo de los restantes componentes del Frankenstein.

PNV y Bildu tendrán, sin duda, sus contraprestaciones necesarias a su debido tiempo. Cataluña y en especial ERC requería una acción más complicada y difícil de trenzar que incluía un indulto a los sediciosos y malversadores de fondos, quizá una amnistía, acaso el perdón de la multa que requería el Tribunal Cuentas y el comienzo del diálogo España-Cataluña.

Aunque una revisión histórica no permite a Cataluña ser optimista respecto al desenlace del diálogo, los separatistas catalanes saben que nadie como Sánchez les facilitara algunos pasos adelante en su ensoñación, de ahí que pidan insaciablemente: no ya indulto sino amnistía, nada de multas, un referéndum pactado y un diálogo orientado exclusivamente a la autodeterminación.

Pero lo más alarmante es que, sobre la base de todas estas y otras ocurrencias, el Señor Sánchez nos avisa que quiere empezar una nueva transición, una nueva era, un nuevo régimen. Y es para echarse a temblar. ¿Qué España nos prepara? ¿Una Republica? ¿Una federación?, ¿Una confederación?, ¿un régimen comunista puro y duro?

¿Qué más sorpresas nos depararán los próximos días, aparte de la Ley Trans? Al menos una agradable: ofrezcámonos un feliz verano.