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miércoles, 8 de mayo de 2024 | Última actualización: 11:51

Entre el Olimpo y el inframundo

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Daniel Bernat. Aficionado del Villarreal, graduado en Derecho y especialista en series.

La realidad del Villarreal Club de Fútbol en esta temporada 2021/2022 es bastante peculiar. Un inicio irregular ha privado al conjunto amarillo de estar a estas alturas de campeonato en una posición más elevada en la tabla clasificatoria. Quedan nueve jornadas de Liga, y lo cierto es que las opciones de entrar en Europa permanecen intactas, pero da la sensación de que dependerá más de fallos ajenos que de aciertos propios. El Submarino, ganando la mayor parte de duelos que tiene que afrontar en los dos próximos meses, probablemente se clasificará en alguna de las plazas que dan derecho a viajar por el continente en la siguiente campaña. Pero para ello, debe ganar más de lo que lo ha hecho hasta ahora.

Repasando datos, el club que entrena Unai Emery ha ganado únicamente en tres ocasiones lejos de Vila-real. Una cifra muy pobre si pretenden acceder a alguna de las competiciones europeas; la Champions parece totalmente descartada a día de hoy, debido al resurgimiento de Barcelona y Atlético, y el Sevilla lleva la mayor parte del torneo afianzado en las posiciones nobles de la clasificación. De esos tres, al único que veo flaqueando es al conjunto dirigido por Julen Lopetegui, aunque sinceramente dudo que baje de la cuarta posición; es decir, que lo más normal es que el segundo acabe siendo o Barça o Atleti porque, entre otras cosas, vende más una Supercopa de España con Madrid, acompañado de culés o colchoneros, que si terminan yendo a Arabia los dos sevillanos y el Valencia.

Por lo tanto, en el horizonte asoman la querida Europa League, en la que ya se les consideraría como firmes candidatos para revalidar el título tras su triunfo en Gdansk hace un año; y la menospreciada Conference League, que nos llevaría a ver partes del continente que, sinceramente, atraen bastante menos que codearse con rivales como los que ha recibido el equipo amarillo durante estos meses. Por supuesto, eso supone un varapalo económico, ya que, tras los octavos de final, el Villarreal ha ingresado casi cincuenta millones de euros en Champions; ganando la Europa League, obtuvo unos treinta. Y aún queda sumar lo que se gane tras disputarse los cuartos de final. Una eliminatoria que, seamos claros, pinta mal.

Pero, ¿y qué? Todo lo que puede conseguir el Villarreal es bueno. El Bayern de Múnich es un adversario temible, que te puede destrozar en cuestión de minutos y que no te des cuenta. Pero este enfrentamiento es un ganar-ganar para el Submarino. Vuelve a cuartos de final después de trece años; Emery rompió la barrera psicológica de los octavos en Champions; medirse a los bávaros es un escaparate tremendo de cara a posibles ventas de activos importantes de la plantilla en caso de necesidad económica si no se cumplen los objetivos clasificatorios; y si son capaces de eliminarlos, ni os cuento.

Tras la exhibición en Turín, la hinchada amarilla ha ganado una confianza tremenda (más si cabe) en la escuadra que comanda Emery y que preside Fernando Roig, y no pone en duda el compromiso de los suyos cuando llegan los grandes momentos, y pese a que el duelo frente al Bayern, repito, pinta peliagudo por decirlo suavemente, creo que todos tenemos claro que se peleará hasta que el global de la eliminatoria diga lo contrario. Y es que el partidazo en Italia puso en alerta a cualquiera que siguiera tomándose a risa al Villarreal (sí, me refiero a cierto diario deportivo de tirada nacional que tenía preparada una plantilla de clasificados con la Juve). Prueba de ello es que los alemanes tienen un discurso conservador, con evidente conocimiento de que son superiores en todos los aspectos, pero conscientes que deberán sudar para pasar a semifinales y no confiarse lo más mínimo. Si pensamos de dónde viene el Submarino, tras noventa y nueve años de historia, y prestamos atención a lo que piensan clubes de la talla del Bayern, la Juve, o el propio técnico de todo un Barcelona, que nos califica de grandes, te das cuenta de lo que ha crecido la institución y el nivel del que, quizá, sea el mejor Villarreal de toda su existencia.

Por eso me molesta especialmente que viajen a Cádiz y hagan el memo. Pasearse por Europa y tratar de tú a tú a enemigos formidables no te exime de dar el callo en la competición doméstica, porque todos esos viajes y momentos históricos están muy bien, pero si luego te pintan la cara, con todo el respeto del mundo, conjuntos como Cádiz, Osasuna o Elche, lo echas a perder. Porque, a día de hoy, como he dicho antes, no depende tanto del Villarreal sino de lo que haga el resto (ojo a la final de Copa entre Betis y Valencia, que el ganador condicionará las plazas para Europa). El calendario que tiene por delante el Submarino es muy duro, y los objetivos no están cumplidos. Haberse instalado en el Olimpo europeo no quita para desmerecer lo doméstico, porque, si se despistan, vamos a pasar la temporada del centenario en el inframundo, como estamos viviendo en muchos de los encuentros de esta campaña, en los que el golpe de realidad duele como si cayéramos, literalmente, de la cima de la mítica montaña griega.

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