Juan Giner. Militar en la Reserva e Investigador Histórico.
Estoy conmovido por las barbaridades a micrófono cerrado de relevantes funcionarios y políticos, tal como: "No sé ni lo que he dicho. Ahora me van a sacar cualquier barbaridad". No hay de qué preocuparse toda vez que en esta sociedad la pérdida de audición o hipoasusia es tan significativa que no le afectan en modo alguno las incongruencias, disparates o desatinos de la función pública supeditada en el caso ‘Lapsus Lingüae’ referenciado a una defensa de intereses sin más del partido dominante por parte de la ínclita funcionaria.
Son los mismos partidos o partido que confunde bienestar con beneficencia donde la función pública a determinados niveles se transforma y se diluye difuminando responsabilidades y deberes respecto a la sociedad a la cual se debe.
Beneficencia que no bienestar transformado en dádivas pecunarias esclavizadoras y partitocráticas de unas regiones respecto de otras e incluso manifiesta claudicación benéfica ante la inexistencia de argumentos cuando se excluye la aplicación estricta de nuestra Carta Magna ante problemas secesionistas.
Hay que rectificar el Estado que nos hemos dado en su funcionamiento, en sus fines y en sus medios hasta conseguir que el bienestar general y no la beneficencia partidista sea el objetivo prioritario de esta ‘clase’ política.
