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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 08:13

Las fronteras de España

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Si preguntáramos en la calle con cuantos países tiene España frontera terrestre, la respuesta mayoritaria sería probablemente con dos: Francia y Portugal, ambos países socios en la UE y aliados en la OTAN y con los que, excluyendo Olivenza, tenemos excelentes relaciones sin contenciosos pendientes.

Y sin embargo, lo cierto es que a esas dos fronteras hay que añadir tres más, Andorra, Reino Unido (a través de su colonia en Gibraltar) y Marruecos, estas dos últimas sumamente conflictivas.

El contencioso de Gibraltar, la única colonia existente en Europa, tiene muy difícil solución. España ha ganado la batalla contra el Reino Unido en todos los frentes diplomáticos existentes, particularmente en Naciones Unidas y en la Unión Europea. Londres apela, sin embargo, a un argumento de peso: la voluntad de los gibraltareños que casi unánimemente prefieren mantener el statu quo actual y seguir siendo gibraltareños.

No sorprende que sea así ya que gozan de todas las ventajas que les proporciona el Reino Unido y también las que le regala la proximidad de España. Poseen tantas empresas como habitantes y tienen un PIB per capita de los más elevados de Europa y del mundo, entre otras razones gracias a su condición de paraíso fiscal, al contrabando y por añadidura con acceso abierto a España donde se asientan los gibraltareños más prósperos.

Las fronteras con Marruecos en Ceuta y Melilla son todavía más delicadas ya que, entre otras razones, nos separan de un país escasamente desarrollado y con una civilización y cultura rotundamente distinta a las nuestras. De algún modo, Marruecos tiene a España en una posición de rehén indefenso sin que nos sea posible elaborar respecto a ellos y al mundo árabe una diplomacia libre y coherente.

Cualquier mención a las resoluciones de Naciones Unidas sobre el derecho del Sáhara Occidental a decidir sobre su autodeterminación viene automáticamente replicada por Rabat con reclamaciones que apelan a la marroquinidad de las dos ciudades españolas.

Haber acogido al líder Polisario Brahim Ghali, enfermo de Coronavirus, en un hospital riojano, ha sido considerado por Rabat como un insulto a su país. La reacción no se ha hecho esperar: entre los días 16 y 18, cerca de 10.000 personas, en su mayor parte jóvenes y niños, fueron arrojados al mar para que cruzaran la frontera y penetraran en Ceuta. Una cifra que representa el 10% de su población y perturba la actividad de la población con asaltos a establecimientos, viviendas y perturbaciones callejeras. Imaginemos lo que supondría si en España en un par de días, hubieran inmigrado cuatro millones de personas, casi todas ellas menores y por tanto no susceptibles de expulsión en caliente.

La crisis ha sido de tal magnitud que ha forzado a la intervención de nuestro ejército para poner orden y devolver a tantos invasores como fuera posible y que se cifra en unos cuatro mil.

En su día, algunas voces cualificadas abogaron por un cambio de nuestra política en la región, orientándola hacia una devolución de Ceuta y Melilla a Marruecos a cambio de la recuperación de Gibraltar. No comparto tal posición entre otras razones porque podría traer como resultado la pérdida de dos ciudades españolas desde antes de que Marruecos existiera como país independiente y al mismo tiempo dejáramos de recuperar Gibraltar que ese peñón sí que fue nuestro durante siglos antes de que lo usurparan los ingleses.

Por añadidura, no es seguro que las grandes potencias vieran con buenos ojos que un solo país, España, tuviera la soberanía sobre las dos riberas de un estrecho tan estratégico como Gibraltar.

Atender sanitariamente a un enfermó grave del Frente Polisario, aunque con duros cargos judiciales, es un gesto humanitario difícilmente criticable. Conociendo, sin embargo, la sensibilidad marroquí hacia la cuestión hubiera sido más prudente negociar el asunto con Rabat y colocar al enfermo en algún otro país menos sensible en el tema saharaui.

Dada la gravedad de la cuestión, el Gobierno ha actuado con diligencia. Sánchez y Marlaska visitaron las dos ciudades ayer mismo. Contando con el apoyo de la oposición y también de la UE, el Presidente garantizó la seguridad de Ceuta y Melilla poniendo en ello todos los medios necesarios, incluida la movilización del ejército. Sánchez tuvo que contradecir su propia doctrina aplicando las expulsiones en caliente, incluso de algunos menores y reponiendo las concertinas. Y habilitando el envío de 30 millones de euros a Marruecos para reforzar a su policía de frontera.

La crisis parece estar corrigiéndose. Veremos hasta cuándo y cómo llegara la próxima. Trump dio muchas alas a Mohamed VI respecto al Sahara. España no está trenzando una buena relación con Biden. El rey emérito hubiera podido ser muy útil en la solución de este conflicto, pero no está disponible.