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sábado, 20 de abril de 2024 | Última actualización: 22:37

La paz china

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En los últimos días flota en el ambiente una idea peligrosa respecto a la crisis de Ucrania. Se habla de una guerra que empezaron los Estados Unidos y que cerrará China. La idea es errónea en varios de sus postulados.

Porque la contienda que se desarrolla en Ucrania no es exactamente una guerra sino una invasion por parte de Rusia que está intentando consolidar sus avances en Crimea, en el Donbas y más allá si le resultara posible. Rusia bombardea Ucrania de Este a Oeste y de Norte a Sur mientras que Ucrania no ha disparado una sola bala en territorio ruso.

Es también falso y ruin decir que los EE. UU. iniciaron esta contienda. Lo que sí hace Washington es apoyar con armamento al país atacado, como lo hacemos todos los países europeos, conscientes de que un ataque a Ucrania es en cierto modo, una agresión contra todo el continente. Y que sin el apoyo occidental Ucrania habría sido derrotada en pocas semanas.

En cuanto a que el conflicto sera solucionado por China, es algo que está por ver. Indudablemente al mundo occidental no le gustaría en modo alguno que Pekín se marcara los laureles de solucionar este gravísimo problema lo que, después de haber logrado el entendimiento entre Arabia Saudita e Iran, convertiría a Xi JInping en verdadero árbitro del orden internacional.

La semana pasada, durante su visita a Moscú, el líder chino presentó un plan de paz que tanto Moscú como Kiev han considerado como una buena base de trabajo, aunque pendiente, en el caso de Ucrania, de una conversación directa entre Zelenski y Xi Jinping.

Los doce puntos del documento chino, cubren de forma clara y sencilla los aspectos principales de la crisis, a saber, el flanco iusinternacional y diplomático (respetar la soberanía nacional, superar la mentalidad de la guerra fría, reanudar las conversaciones de paz), la vertiente humanitaria (resolución de la crisis humanitaria, respeto a los civiles y a los prisioneros de guerra), el flanco militar (alto el fuego, protección a las centrales nucleares, no proliferación nuclear) y el económico (facilitar la exportación de cereales, evitar las sanciones unilaterales, respetar el sistema económico internacional, promover la reconstrucción del país).

Aunque el documento en su conjunto suena bien, cuando se profundiza en su texto resulta que no se menciona la devolución de los territorios ocupados por Rusia, ni las necesarias sanciones al país agresor y a su líder recientemente acusado de criminal de guerra. Se carga, por el contrario, en el papel de la ONU en cuyo Consejo de Seguridad Rusia y China tienen poder de veto y de paralizar cualquier negociación.

Por el momento tanto Stoltenberg (SG de la OTAN), como Von der Leyen (UE), Biden y algunos lideres europeos han rechazado el plan chino basándose en argumentos no suficientemente elaborados: el plan no puede ser bueno si gusta a Putin, tampoco puede serlo si proviene de un país que no ha condenado la invasion.

Lo cierto es que los doce puntos del plan podrían haber sido redactados por un universitario de primer curso y que no será suficiente descartarlos sobre la base de argumentos simplones. Es normal que Occidente quiera salvar su civilización, su cultura y su economía, pero para hacerlo habrá que buscar propuestas inteligentes para evitar que el tandem ruso-chino se apodere de la pista central.

De momento, los EE. UU. y la UE dominamos aun los sectores más sensibles de la economía moderna basada en los microsofts y en el sector armamentista, clave para el control del mundo. Una torpe solución de la actual crisis puede llevarnos a una grave confrontación y a la  repetición de la gran depresión de hace un siglo.

Y no olvidemos que Taiwan fabrica el 90% de los chips con los que funcionan nuestros vehículos, nuestros teléfonos, automóviles y misiles. Y que la crisis de Ucrania puede transformarse en la crisis de Taiwan.