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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 19:48

La coraza del engaño

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Desde la defenestración por la vía de urgencia del anterior presidente del Partido Popular estamos asistiendo a un desenfrenado intento por pasar página, etapa y tiempo vivido.

La actual cara visible de dicho partido se ha topado bruscamente con la realidad en su desesperado empeño de convertirse en la figura que repara o sustituye, lunas, espejos y cristales rotos.

Presenciamos con harta frecuencia, allá por donde deja su estela, en su manifiesta falta de autenticidad, la simplificación torticera del lenguaje, pues su debut en el uso de las palabras no ha podido ser más desafortunado. Forrarse, es una enunciación falsa del concepto impositivo de los caudales públicos, especialmente cuando el sujeto que lo airea, se beneficia durante el ejercicio de su responsabilidad como máximo representante de una comunidad autónoma.

Su siguiente desliz le condujo de la simplificación de las palabras, al impacto de los
sentimientos. Paupérrimo recurso en el discurso político.

En el momento culminante de uno de los variados escándalos que salpican a su partido en Madrid, para escarnio de cualquier gestor público que se precie como tal, a los estafadores les llamó pillos, aceptando la ambigüedad que conlleva la interpretación del lenguaje, cuando constatar la realidad no admite interpretaciones. Dicha palabra la aplicó con excesiva benevolencia en una situación que le estalló en las manos. Estafador, granuja, bribón o charrán, son sinónimos mucho más precisos y explícitos de utilizar cuando se quiere afrontar con rigor ante la opinión pública una muy deficiente gestión en los momentos críticos en los que acaecieron los hechos.

En los tiempos actuales, donde la verdad se manipula, constatamos como cada palabra se interpreta según el uso y quién la quiera desvirtuar. Esta tergiversación de los vocablos atrapa a quién en la espiral del momento distorsiona su significado, a la espera de que el hoy se pretenda convertir en un ayer trasnochado. El impacto de la palabra lanzada al viento al comienzo de un día es lejano, pues en el trasiego vertiginoso, el ahora, es ayer en la actualidad. Puro y simple oportunismo.

Estamos muy atentos al actual embrollo que ha originado el concepto plurinacionalidad, en sus contradictorias versiones, de quién hablamos y del portavoz del partido que preside.

Pensar que la bruma del olvido hace desaparecer el significado de las palabras es un error manifiesto. El pasado siempre vuelve, es como el cartero, llama a la puerta dos veces. Los errores de un ayer demasiado próximo pesan como una losa. No se les olvide.