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jueves, 25 de abril de 2024 | Última actualización: 23:10

Jornada de Hispanoamérica

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Casimiro López. Obispo de Segorbe-Castellón.

En su Mensaje para la Cuaresma, el papa Francisco nos exhorta a volver nuestro corazón al misterio pascual, a la muerte y resurrección del Señor. “Este Misterio -dice el Papa- no deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso”.

La muerte y la resurrección del Jesús es fuente de vida. “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”, dice Jesús (Jn 10, 10). Este es el objetivo de su venida. Es más, Jesús dice: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11,25). Para mostrarlo devolvió a la vida terrena a Lázaro que yacía en el sepulcro. Donde está Jesús prospera la vida y donde Él falta se extienden las fuerzas del mal y de la muerte. Pero con la expresión “y la tengan en abundancia”, Jesús va más allá: se refiere a la vida que Él, como Hijo de Dios, posee: la vida misma de Dios, la “vida eterna”, la vida plena y feliz, inmortal y gloriosa. Este es el objetivo último de su venida: no viene para darnos simplemente la vida de este mundo, que acaba con la muerte corporal, sino para que poseamos ya desde ahora la vida eterna.

Jesús resucita del sepulcro al tercer día con toda su humanidad; y así involucra al ser humano en su paso de la muerte a la vida. La vida eterna comienza ya aquí; como Jesús, hemos de acoger, cuidar y promover la vida y la dignidad de todo ser humano, de los pueblos y de sus culturas, y de toda la creación. Pero sin olvidar que estamos de camino hacia la casa del Padre. Hemos de “sopesar con sabiduría los bienes de la tierra y amar intensamente los del cielo”.

“Para que en Él tengan vida”. Así reza el lema para la Jornada de Hispanoamérica de este Domingo, en que oramos para que la fe cristiana de nuestros hermanos de Hispanoamérica se mantenga, se cuide y se fortalezca. Allí es donde mas misioneros españoles hay; han partido para mantener viva la llama de la fe en las personas que allí viven. El lema se hace eco del cuidado de la ecología integral, a que nos llama el papa Francisco: es una llamada a promover la dignidad de las personas, de los pueblos y de toda la creación; pero poniendo la mirada en Aquel que puede dar la vida, la vida de verdad, la única que sacia la sed de eternidad que tiene el hombre: Cristo Jesús, nuestro Señor. Jesus es el Camino, la Verdad y la Vida, el único que puede hacer que la dignidad de cada persona y de la creación entera sean respetadas por encima de intereses económicos, partidistas o ideológicos.