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lunes, 29 de abril de 2024 | Última actualización: 15:08

Jesucristo, Rey del universo

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Este último domingo del año litúrgico, la Iglesia celebra la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Jesús mismo se declara Rey ante Pilatos cuando los judíos se lo entregaron con la acusación de que había usurpado el título de ‘rey de los Judíos’. “Tu lo dices, yo soy rey” contesta Jesús a la pregunta de Pilatos; y añade “pero mi reino no es de este mundo” (cf. Jn 18, 36-37). En efecto, el reino de Jesús nada tiene que ver con los reinos de este mundo. No busca el poder, no se apoya en ejércitos ni compra voluntades. Jesús no vino a dominar personas o pueblos, sino a servir y entregar su vida para salvar a la humanidad de la esclavitud del pecado y de la muerte.

Jesús es Rey porque ha venido a este mundo para dar testimonio de la verdad.

“Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn 18, 37). La verdad que Cristo reveló al mundo es que Dios es Amor. Jesús nos descubre la verdad más profunda del ser humano: la verdad de Dios para nosotros y la verdad de nosotros para Dios. Jesús proclama que Dios es nuestro origen y nuestro destino en el plan de Dios. Somos creados por Dios por puro amor y estamos llamados a ser amados eternamente por Él.

Sólo Dios es capaz de llenar nuestro deseo innato de ser amados, de ser felices plenamente y para siempre. Y porque Jesús descubre la verdad más honda del corazón
humano, cuantos la escuchan de buena voluntad, la acogen con fe y lo siguen.

Toda la existencia de Jesús es relevación de Dios-Amor. De ello dio pleno testimonio con la entrega total de su vida por amor a los hombres. La Cruz es el ‘trono’ desde el que Cristo Rey manifiesta la sublime realeza de Dios-Amor: Jesús, el Hijo de Dios, ofreciéndose como expiación por el pecado del mundo, venció el dominio del ‘príncipe de este mundo’ y de la muerte, e instauró definitivamente el Reino de Dios.

Desde este momento, la Cruz se transforma en fuerza salvadora, en árbol de la verdad y de la vida, en fuente del amor, en motor del perdón y de la reconciliación. Este Reino se manifestará plenamente al final de los tiempos, después de que todos sus enemigos y la muerte sean sometidos a Dios.

Cristo Jesús reina desde el madero de la Cruz, dando su vida, sirviendo, perdonando, reconciliando, amando a los hombres hasta el extremo. En la Cruz, Cristo nos muestra que Dios ama sin límite a sus criaturas, a cada hombre y mujer. De la Cruz brota el Primer Anuncio de nuestra fe: Cristo te ama, Cristo ha muerto y ha resucitado por ti y por mí, para que creyendo en Él tengamos Vida, eterna y feliz. Esta es nuestra verdad más profunda y ha de ser anunciada a todos.