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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 08:13

Dos políticos ejemplares y demasiados Sancho Panza

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Miguel Bataller. Ciudadano del mundo y jubilado.

Una vez corroborada la insensatez llevada a cabo como regalo de Reyes Magos, por nuestro recién confirmado Presidente del Gobierno, que para llegar a ese extremo ha recurrido a quienes tanto menospreció e insultó hace apenas unas semanas, antes del último proceso electoral del 10N, tengo que romper una lanza a favor de dos personas, que han sido las únicas en no venderse a las ofertas de Pedro Sánchez de dudoso cumplimiento.

Esas personas han sido la Sra. Oramas, una admirable canaria que desoyendo los imperativos partidistas de su Coalición Canaria, no ha querido unirse a la barbaridad de colaborar en la formación de un Gobierno compuesto y apoyado por lo peor de la clase política española, por socialistas de nuevo cuño que no han respetado sus promesas electorales, poniendo en peligro las Leyes Constitucionales y colaborando con comunistas, populistas, independentistas y filo terroristas en un proceso de descomposición de la España de la Transición post franquista.

Esta señora ha querido ser coherente con sus principios corriendo el riesgo de ser expulsada de un partido en el que llevaba la voz cantante en el último cuarto de siglo con singular acierto como portavoz parlamentaria en el Congreso, renunciando a los privilegios que sin duda se le hubieran concedido, para no traicionarse ni a ella misma ni a España.

El otro, ha sido el Señor Revilla, que nunca ha sido santo de mi devoción, pero en este caso ha renunciado al privilegio de mantenerse como Presidente de Cantabria con el apoyo de los socialistas, como lo ha sido desde hace mucho años por no entender ni comprender, como el nuevo Presidente del Gobierno se ponía en manos de todos los enemigos de la España Constitucional, con el único objetivo de llegar a la Presidencia del Gobierno, después de haberles descalificado a todos ellos hace apenas dos meses, cuando “no hubiera podido dormir” con un Comunista como Pablo Iglesias en su Gobierno y acusaba de “rebelión” a los delincuentes independentistas catalanes, en los que se apoya ahora para formar Gobierno.

Dos actitudes que puede parecer que no han servido para nada, pero que en mi opinión van a servir para mucho en el futuro.

Su actitud, es un reproche explícito a todos esos “socialistas de pacotilla”, ahora llamados “sanchistas”.
Y no sé si ese apelativo se debe a Pedro Sánchez o al célebre Sancho Panza, aquel ilustre personaje que no servía para nada, pero era muy glotón y servía con diligencia a su señor con la única esperanza de comer cada día abundantemente.

No he escuchado ni una sola voz discordante entre todos esos “sanchistas”, que como el asistente de D. Quijote, parecen valorar sobre todo esa forma de matar el hambre al servicio de su señor, en vez de defender y hacer defender sobre todo las Leyes y la Constitución Española, respetando su unidad indisoluble, en vez de alentar el fuego de los independentismos.

Cierto es que si ha habido voces de socialistas históricos, lamentando las actitudes de Pedro Sánchez e incluso algunos barones regionales susurrando en voz baja, lo que no quisieron expresar a voz en grito donde debieron hacerlo.

Pero los primero ya no pintan nada en el PSOE y los segundos no han querido perder sus privilegios actuales frente a D. Pedro.

Muchos me temo, que el PSOE ha dejado de ser lo que fue, para convertirse en el Partido de Sancho Panza dirigido por un personajillo, que tiene muy poco de Quijote y mucho de Sancho Panza.

Con su pan se lo coman él y sus fieles servidores.

Pasarán a la Historia como lo que han demostrado ser.

Y lo harán pase lo que pase a partir de hoy, porque solo pueden pasar dos cosas:

1) Que acaben decepcionando a quienes les han apoyado y se inicie una guerra cruenta entre ellos y en perjuicio de todos los españoles.
2) Que los que les han apoyado, decepcionen a los del partido de sancho panza y acaben rompiendo la baraja constitucional, dejando a España en mil pedazos y totalmente arruinada.

Para llegar a ese final del viaje, no hacía falta llevar unas alforjas tan pesadas, poniendo en peligro casi un siglo de esfuerzos y sacrificios de todos los españoles para acabar de nuevo hundidos en la miseria y en una guerra fratricida.

¡Ojalá exista una solución que yo no llego a vislumbrar!

Seré el primero en celebrarlo, pero mucho me temo que no lo verán mis ojos ni los de la mayoría de los españoles.
Hasta la semana que viene.