Juan Teodoro Vidal. Químico.
“Un librepensador es una persona que forma sus opiniones sobre la base del análisis imparcial de hechos y que es dueño de sus propias decisiones, independientemente de la imposición dogmática de alguna institución, religión, tradición específica, tendencia política o de cualquier movimiento activista que busque imponer su punto de vista ideológico o cosmovisión filosófica.” (Wikipedia)
Enlazando con lo que hablaba hace 3 semanas en “¿Cuántas guerras quedan por librar?” en el concepto de que “las nuevas guerras... ocurrirán en nuestras propias cabezas”, cuando yo era pequeño, ser librepensador, tener libertad de pensamiento, era sinónimo de libertino y en consecuencia signo de alguna desviación que necesitaba ser corregida por el poder. Sin embargo ya desde muy joven me parecía una osadía que alguien pudiera pretender que yo no pensara lo que quiero pensar libremente. Comprendo que pueda haber leyes, normas o costumbres que por la fuerza, o coacción impidan, en aras de un 'bien común' o por un derecho de propiedad ajeno, cruzar un límite o realizar una acción, acotando la libertad. Pero lo que ocurre en mi cabeza siempre he creído que es cosa mía, que ahí nadie mete su mano. ¿Cómo pueden impedir que yo piense lo que yo quiera? No pueden pero lo intentan. El poder puede coartar la libertad de expresión, y también inyectar confusión, evitando así que se difundan ciertas ideas, e intentando impedir que se propague el 'virus' del librepensamiento.
En los años 60 y 70, no había libertad de expresión. Casi todos en esa época, y no sólo en España, desarrollamos la cualidad de no expresar lo que realmente pensábamos, para evitar problemas. En la sociedad europea se estaba gestando un cambio generacional en contra de esa forma de presión por parte del sistema. Y en ese entorno, The Beatles lanzaron la canción de George Harrison “Think for yourself” (“piensa por ti mismo”), que era un mensaje aún hoy revolucionario.
Pero estamos ya entrados en el siglo XXI y volviendo atrás. Porque, ¿de verdad ahora uno puede subirse a un cajón en el Parque Ribalta y expresar sus ideas libremente? ¿No ocurrirá que, diga lo que diga, habrá alguien que le tache de facha, de rojo, de carca, de progre ...? ¿No habéis observado que la gente vuelve a tener miedo de hablar y decir lo que piensa libremente? ¿No es así que en muchos medios se nos está intentando conducir, como a rebaño, a los pastos que a alguien le interesa, con mensajes sesgados y sin datos? El cambio climático, la independencia de Cataluña, la forma del Estado, están entre los temas más manipulados en un sentido y en el contrario.
Mucha gente se comporta de forma ovejuna, pero mi padre solía decir que no comulgaba con ruedas de molino y yo como científico pretendo forjar mis opiniones sólo “sobre el análisis imparcial de los hechos”. Así que, aún a costa de ser 'oveja negra', no deberíamos dejar que ganen la partida y que volvamos a las cavernas.