Rafa Cerdá Torres. Abogado.
Enhorabuena. Y por adelantado...permítame que me anticipe amable lector, y felicite su alegría por la victoria de aquella selección de fútbol que mayores simpatías le despertara: o bien Alemania o bien Argentina, en la trepidante Final con la que se cerró el Mundial 2014 celebrado en Brasil. Las últimas semanas han supuesto un verdadero festival de encuentros a un altísimo nivel protagonizados por las mejores figuras del deporte rey; jóvenes futbolistas con un impecable juego y un discutido estilismo, han hecho las delicias de millones de aficionados a lo largo y ancho del planeta.
Personalmente, el Mundial sólo concita mi interés en la medida en que nuestra Selección Nacional escale puestos dentro de las distintas eliminatorias, y visto el escaso recorrido de la Roja en el país carioca, el Mundial ocupa un puesto muy bajo en mi lista de intereses.
A pesar de tratarse en apariencia, de un evento exclusivamente deportivo, la consecución de un Campeonato del Mundo de Fútbol implica una verdadera cascada de recursos de todo tipo dentro del país sobre el que recaiga la organización de un Mundial cada cuatro años. Millones gastados en infraestructuras deportivas y de comunicación, adecuar todo tipo de instalaciones turísticas al tiempo que se debe proporcionar al aluvión de visitantes que llegan al país organizador unas condiciones de seguridad con la adecuada dotación de policía, hoteles en condiciones, hospitales, etcétera.
Brasil no ha sido ajeno a todo este esfuerzo económico y humano, con el sempiterno debate de una nación organizadora no debe dedicar sus potencialidades a resolver problemas de orden social como la pobreza o la mala calidad de los servicios públicos. Para responder a tan compleja cuestión se requiere cierto tiempo, la propia evolución de los marcadores de desarrollo productivo y social de Brasil concluirán si valió la pena aceptar la responsabilidad de organizar el Mundial.
Las selecciones que han llegado a la Final: Alemania y Argentina, estarán apoyadas por sus aficiones y por supuesto la totalidad de los ciudadanos de sus respectivos países. Esta final del Campeonato es peculiar, así los máximos dirigentes de los dos países enfrentados son mujeres; la canciller alemana Ángela Merkel y la Presidenta argentina Cristina Fernández, al tiempo que la anfitriona, la Presidenta de Brasil Dilma Rousself.
Un espléndido ejemplo de la Igualdad que debe caracterizar el nuevo siglo XXI. Y más "celestial" aún...en Roma, más concretamente en el Vaticano, el actual Papa Francisco (de nacionalidad argentina) y su predecesor otro Emérito Benedicto XVI (de pura cepa alemana), igual se reúnen para ver el partido, ¿a quién beneficiarán las alturas?. Yo lo tengo claro: a aquella selección que encaje más goles dentro de la portería contraria. Pobre Papa...
