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miércoles, 24 de abril de 2024 | Última actualización: 00:11

‘Alea jacta est’

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Rafa Cerdá. Abogado.

Londres. De nuevo. Sirenas de ambulancias y de coches de policía recordaban al mundo el escenario de una matanza, una especie de banda sonora cada vez más frecuente que rebota como un grito de sorpresa, dolor y muerte. El terrorismo ha vuelto a atacar en la capital del Reino Unido, apenas han transcurrido unas semanas de la última salvaje acción del yihadismo radical en la misma ciudad londinense. Además del uso de las mortíferas bombas y atropellos indiscriminados, la forma de matar se amplía a través del salvajismo de acuchillar a tranquilos viandantes. El odio siempre acaba superándose cuando expresa su lenguaje de muerte.

El Reino Unido soporta el triste honor de haber recibido los mayores golpes del terrorismo radical desde inicios del 2017. Parece que sobre París y Londres recae la condición de campo de batalla en esta guerra sin batallas cuyo hito comenzó el 11 de septiembre de 2001 con el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York.

Desde esa fecha, el fenómeno terrorista no ha dejado de crecer exponencialmente, sumiendo a Occidente en una compleja situación que se mueve entre un deseo de seguridad y una inconsciencia culposa llena de tópicos e inseguridades. Nos lamentamos que se cometan atentados, es muy triste, sí, pobres víctimas, no hay derecho, la solidaridad con los caídos,...pero enseguida se articula desde ciertos ámbitos un discurso sobre la "responsabilidad" de los gobiernos europeos, que si unos pocos matan con atentados pero ciertas potencias occidentales también provocan víctimas bombardeando ciudades en Siria y el apoyo de Estado Unidos a Israel, y el comercio armamentístico y así hasta la náusea.

¿Cuándo se darán cuenta algunos iluminados que la muerte no puede encontrar ningún tipo de justificación?; la libertad no se ejerce con discursos de geoestrategia barata, se defiende con el respeto de los derechos individuales, políticas de seguridad claras y contundentes, y sobre todo con la mayor lejanía de todo extremismo que considera enemigo a todo lo exterior, o bien demoniza a todo cuanto huela a Europa y Estados Unidos.

El terrorismo yihadista es mucho más que un simple refugio de asesinos, se trata de una ideología que como bien definió Pilar Rahola, se parapeta en el siglo XIV usando la tecnología del XXI, y bien engrasado con un enorme aporte financiero de las dictaduras del Golfo Pérsico. Se sirven de nuestro miedo para extender su odio, y su peor influencia es que consigan paralizarnos. Hace unos días Manchester, hoy Londres, mañana puede ser cualquier otro punto de Europa; se ha alcanzado un punto en el que no sabemos si el atentado llegará a producirse, si no cuando tendrá lugar la próxima matanza.

Ojalá estemos a tiempo, y este continente que derrotó al nazismo y vio caer al bloque soviético, lidere esta nueva guerra contra el terrorismo yihadista salvaje. Ojalá Europa nunca deba decir: ‘Alea jacta est’, la suerte está echada y con ella nuestra libertad.