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miércoles, 17 de abril de 2024 | Última actualización: 21:51

‘No me consta’

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Rafa Cerda. Abogado.

Existen ignorancias muy incómodas, por ejemplo, la falta de conocimiento sobre las conductas llevadas a cabo por personas con las que nos une un vínculo afectivo. No deja muy bien parado a quien manifiesta desconocer el modo y manera en qué gana dinero la pareja, el volumen de gastos de una familia, y la forma en que se afrontan los gastos más comunes de una economía familiar. Por supuesto, me estoy refiriendo a situaciones normales, la realidad siempre ofrecerá casos bien particulares de verdadero engaño, en los que auténticos desaprensivos estafan a propios y extraños.

Pero en el caso de la Infanta Cristina de Borbón, el factor de no tener ni idea de cómo se procuraba los cuartos su ex ducal consorte (entiéndase Iñaki Urdangarín), más que un perjuicio, le ha supuesto salir indemne de todo el galimatías judicial de corrupción, tráfico de influencias, falsedad documental y chanchullos fiscales en los que se ha convertido el denominado ‘Caso Noos’.

La sección primera de la Audiencia de Palma de Mallorca, dictó el pasado viernes la esperada sentencia por la que condena a seis años y tres meses a don Iñaki Urdangarin, esposo de la Infanta, por la comisión de delitos contra la Hacienda pública y tráfico de influencias, junto con otras perlas del oficio de chorizo.

Doña Cristina, en cambio, resultaba absuelta de cualquier responsabilidad penal de todos los pedimentos establecidos en su contra, gracias que el Tribunal no ha encontrado ningún indicio respecto a que estuviera al tanto de los tejemanejes del antiguo jugador de balonmano.

La hermana pequeña de Felipe VI ha demostrado querer mucho a Iñaki, pero le ha controlado muy poco (debe ser cosa de plebeyos), adjudicándose un colosal cero patatero en todo lo concerniente a cuentas domésticas y demás (la exclusiva vivienda que adquirieron los ex duques de Palma en Barcelona se debía pagar solo).

Y no es que lo piense yo, es que así lo declaró ella. Recuerdo perfectamente sus distintas comparencias ante el juez instructor primero y ante la Audiencia de Palma después: "No lo recuerdo", "no me centraba en esas cuestiones", y el perfectamente ambiguo "no me consta"...en estos términos refirió la Infanta Cristina su ignorancia supina en todo lo concerniente a los desvaríos del señor Urdangarín.

A ver si me aclaro, una persona que presta sus servicios profesionales en la Fundación La Caixa, la mayor entidad privada de bien social a nivel español, más concretamente en el departamento de Cooperación Internacional, donde cada céntimo es escrutado hasta la extenuación, con capacidad de control y supervisión sobre programas y proyectos en países en vías de desarrollo. ¿No era capaz de cerciorar mínimamente las fuentes de ingreso de su propio marido? ¿No planificaban ambos el esfuerzo que suponía la compra y posterior reforma de un palacete ubicado en una de las mejores zonas de Barcelona? ¿No se dio cuenta de la gravedad de la situación en el mismo momento que desde la Casa Real se ordenó el cese de la actividad del Instituto Noos por parte del señor Urdangarín, allá por el año 2009, al constatarse su aprovechamiento ilícito de su condición de integrante de la Familia Real?

La sentencia ha dictaminado que no existen pruebas dentro de los autos judiciales que permita conformar la culpabilidad de la Infanta. Ha sido absuelta y por tanto se ha corroborado su inocencia. Justo es dejarlo bien claro.

Sin embargo, el enrocamiento que doña Cristina ha demostrado desde el inicio del proceso judicial, amparando a su marido hasta más allá de lo prudente, y con una total falta de sintonía con las directrices que desde la propia Casa Real le eran impartidas, provocó un inmenso daño al prestigio de la Corona. Como respuesta a la actitud del matrimonio Urdangarín-Borbón, ambos fueron excluidos de toda actividad oficial desde el año 2011. La Infanta se ha negado a renunciar a sus eventuales derechos sucesorios como gesto simbólico de fidelidad a la Institución que todo le ha dado (estilo de vida y oportunidades de carácter privilegiado), a pesar de los requerimientos efectuados al respecto por su padre el rey Juan Carlos y por su hermano el actual monarca. En este campo, Su Alteza ha demostrado mucha bajeza. Y sobre todo una enorme soberbia.

Por fortuna, el nuevo reinado de Felipe VI ha sido tajante con las posturas de la Infanta y su consorte: revocación del título de Duques de Palma, y alejamiento de toda relación institucional y siquiera familiar (lo que no deja de ser sumamente doloroso desde un plano personal). Si a doña Cristina "no le consta" el proceder delictivo de su marido, la sociedad española bien ha acreditado su prepotencia. Con lo que únicamente me resta desearle lo mejor, y toda la suerte posible, pero bien lejos. Se lo ha ganado a pulso.