Rafa Cerdá Torres. Abogado.
Traspasado el ecuador de la campaña electoral, los sufridos contribuyentes nos vemos abocados a la definitiva decisión el próximo domingo 24 de mayo. Durante esa jornada, la urna recibirá el voto que usted y yo depositaremos dentro del sobre, sin que nadie se atreva a aventurar qué tipo de escenario quedará configurado una vez el recuento de los votos haya concluido. A día de hoy todo parece posible, por cuanto el porcentaje de indecisos (o directamente no se pronuncian sobre el sentido de su voto) permanece muy alto.
Por un imperativo legal incomprensible de la Ley Electoral, la difusión y publicación de las encuestas quedan prohibidas durante la última semana de campaña electoral. Por esta razón la prensa satura hasta la saciedad con todo todo tipo de proyecciones y estimaciones de voto, abarcando las grandes capitales como Madrid o Barcelona, hasta los Parlamentos y Asambleas regionales. Más o menos el resultado que arrojan la mayoría de las encuestas, auguran un panorama caracterizado por la ausencia de mayorías absolutas, con fuerte irrupción de los partidos de nuevo cuño: Ciudadanos y Podemos.
Mi mayor prevención ante la apuballente información sobre número de alcaldes, concejales y diputados que se está ofreciendo, consiste en el descarado sesgo político que algunos medios de comunicación otorgan a sus encuestas. Se confunden los deseos con la realidad, y en el supuesto que el próximo lunes los resultados sean muy distintos a los que hasta hoy otorgados por las proyecciones de voto, a ver qué razones ofrecen esos mismos medios. La proyección mediática no sustituye a las urnas.
Ojo con las encuestas, no sería la primera vez que sus pronósticos fracasaran estrepitosamente. En las elecciones a la Cámara de los Comunes del pasado día 7 de mayo, hasta la hora de cierre de los centros de votación, todas las encuestas daban un empate en número de escaños entre laboristas y conservadores. Acabado el recuento, David Cameron arrasó al obtener una sólida mayoría absoluta para el Partido Conservador, renovando el cargo como Primer Ministro otros cinco años más. En nuestro país, factores tales como el índice de participación y la eventual bolsa de "voto oculto" de los grandes partidos, a lo mejor dan un susto a más de uno. Mucha cautela entonces.
Cuando llegue el domingo, pienso cumplir con mi deber cívico. Cada cual con su opción, sea la que sea, sin voto no hay democracia, así de sencillo. La mejor de las encuestas es aquella que toma el conjunto de la ciudadanía, que nadie decida por nosotros. Es la garantía de nuestra libertad.
