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miércoles, 24 de abril de 2024 | Última actualización: 22:52

Dios ahí no existe

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Rafa Cerdá. Abogado.

No se asuste amable lector, que no le voy a dar ‘la brasa’ con ninguna crisis existencial o de índole trascendental. Bastante complicado resulta el día a día como para ponerse a explicar el sentido de las Fiestas por excelencia, esas que son temidas y esperadas a partes iguales y que gracias a la dictadura del calendario, se encuentran prácticamente encima. La Navidad está aquí. Y no se haga el despistado que gracias a El Corte Inglés y a su ingente descarga publicitaria, desde mediados de noviembre las figuras de Papá Noel en formato promoción navideña nos bombardean desde cada esquina.

La Navidad ya está aquí. Los foros de ‘whastupp’ inactivos desde principios de año, surgen de su letargo y pandillas de antiguos compañeros de colegio, recuerdan que la cena/comida se erige como compromiso ineludible, al igual que el grupo del gimnasio, el grupo de padres del equipo de futbol de los niños, la cena ‘sólo hombres’ o ‘noche de chicas’ de toda pandilla que se precie serlo, los colegas de la Universidad, los sorteos de Amigo Invisible (por cierto si conocen al autor de tan horrenda práctica no me lo presenten); los líos de fechas, las jornadas en las que nadie puede porque todo se solapa, el agobio, el estrés de verse ¿y el resto del año no se ha producido un hueco para compartir el rato que ahora, a fuerza de comprimir horas, se impone?

La Navidad de nuevo está aquí. Y compre, mucho. Muy mucho. Papá Noel. Los Reyes Magos. Y escápese. No vale con pasar las Fiestas en casa (¿no habíamos quedado que se trataba de las fiestas de la Familia?), pase Fin de Año en Roma, Milán o en el Caribe, lugares muy exóticos pero donde la tradición de las doce uvas suena a cuento chino. Gaste, regale, usted lo vale. Se lo ha ganado. Todo el año trabajando. Anímese. Véngase arriba. No valore su vida, póngale un precio, y cuanto más alto, mejor indicador.

La Navidad otra vez está aquí. Odiela también. Participe del discurso de felicidad imposta que domina estas fechas. Póngase una sombra en el rostro, y exprese con fuerza que no tiene ganas de disfrutar de estos días, ¿por qué demonios debe simular contento si se encuentra enfermo, ese familiar tan querido acaba de fallecer, o sencillamente muestra su rostro más jodido?, ¿qué debo celebrar?…

Pues bien, la Navidad habrá llegado. Pero no serán las auténticas, ya que en toda esa vorágine de compromisos, consumo y tristeza/felicidad impuesta, Dios, ahí, no existe. Las verdaderas fiestas que me entusiasman son las que me obligan a ser agradecido, aún con todos los sinsabores propios de la vida, y si los afectos surgidos de la familia, los amigos y de todo aquello que nos hace mejores vuelven a lucir con toda intensidad durante los próximos días; el nacimiento de un Niño Dios será Navidad. Aquí es donde digo Bienvenida Navidad.