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viernes, 3 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:30

Las preguntas del millón

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Enrique Domínguez. Economista.

¿Cómo salimos de esta crisis con garantías suficientes para no sucumbir en la próxima, aquí en la provincia de Castellón?

Tradicionalmente se ha asociado la provincia de Castellón con dos palabras: naranjas y azulejos. Son dos actividades que hemos sabido hacer bien pero con comportamientos divergentes: las naranjas han tenido sus años de gloria en décadas pasadas y ahora apenas puede mantenerse su cultivo como una actividad rentable; en cambio, los azulejos permanecieron dentro de lo que podríamos denominar sector tradicional hasta la revolución tecnológica de comienzos de los años setenta del pasado siglo y, en estos últimos años, se han convertido en un sector de referencia en la provincia.

Esa era una imagen esquematizada de la provincia, pero, lógicamente, había y hay más actividades. En el sector agrario, tenemos en lo agrícola un relevante peso de la producción de aceite, de almendras y de diferentes hortalizas, así como un reconvertido sector vitivinícola; en lo ganadero la provincia representa un porcentaje relevante en porcino y, en menor escala, en el ovino, caprino y avícola, sin olvidar a la apicultura.

Sin embargo, todos estos sectores sufren el mismo problema: un elevado número de productores y un escaso número de empresas de peso en la comercialización; no dominamos el ciclo comercial. Y las cooperativas, que podrían haber supuesto una alternativa para los agricultores, también han padecido del mismo mal, demasiadas y mal avenidas en su inicio y escasas y con fuertes problemas actualmente.

En industria hay más sectores aparte del azulejero. Algunos de ellos han tenido gran relevancia en la segunda mitad del pasado siglo ocupando a un gran número de personas y, actualmente, son residuales como el sector calzado y el de papel o han perdido gran parte de sus firmas como el textil y géneros de punto y confección. Otros, en cambio, se han expandido internacionalmente y son punteros en el país, como el de fritas, esmaltes y colores cerámicos, el petroquímico y gran parte del sector químico y, en menor escala, el de maquinaria para la cerámica. Otros se mantienen renqueantes en el mercado provincial con pequeñas firmas como los de artes gráficas, envases de madera y materiales para la construcción. Y otros que intentan mantenerse en el mercado internacional como el de muebles y de transformados metálicos.

En la última parte del pasado siglo aparece un tercer sector en discordia como referente: el turístico. Sin embargo, poco ha variado desde entonces: el turista nacional es el predominante, se desplaza con su propio vehículo y suele repetir el punto de destino; tampoco han mejorado en demasía las alternativas al sol y playa.

Esto es a grandes trazos la provincia de Castellón. ¿Y cómo estamos saliendo de esta crisis? Pues en la mayor parte de los casos actuando sobre el coste del producto, buscando el aumento de la competitividad vía precio, produciendo más barato. ¿Es la solución? Para salir de esta crisis, posiblemente sí, pero para la siguiente…

Por el camino se ha perdido mucho capital humano, departamentos de innovación, de investigación, de comunicación, de calidad, de marketing; se ha reducido o eliminado, pues, la capacidad de mejora en calidad, en innovación, en internacionalización con el fin de sobrevivir pero, me temo, sin una estrategia clara de futuro.

No quiero ser pesimista, pero me temo que son pocas las firmas que son conscientes de lo que el mercado les va a exigir mañana. Y lo que es peor, el entorno educacional y formativo tampoco acompaña.

¿Qué sectores serán el referente de la provincia dentro de unos años? Esta es otra pregunta del millón.