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jueves, 9 de mayo de 2024 | Última actualización: 17:44

¿Sin culpables?

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

Las Cajas de Ahorro fueron tradicionalmente concebidas como entidades sin ánimo de lucro destinadas a ayudar a los más necesitados. Y durante mucho tiempo se dedicaron a guardar los ahorros de las clases populares para canalizarlos después a créditos hipotecarios, de consumo o a los pequeños negocios; es decir, a una economía doméstica ajena a la órbita en la que se movían los grandes bancos.

Todo esto cambio con el Real Decreto del 27 de Agosto de 1977 de Fuentes Quintana, un Real Decreto que cambiaba la naturaleza de las Cajas de Ahorro y las convertía en competidores de primera línea de los bancos, al equiparar las Cajas y Bancos en todo lo referente al negocio financiero y otorgar a las Cajas la posibilidad de expandir su negocio fuera de su territorio. Ahora bien, el problema fundamental fue que el citado Decreto contenía, según Mariano Guindal, y también según se ha percibido claramente en la reciente crisis financiera, “el virus de la politización”; es decir, la presencia de representantes de las instituciones políticas en los ámbitos en los que se movían las Cajas. Y esta “politización” no sólo no fue corregida sino que fue aumentada a través de diversas acciones u omisiones por todos los Gobiernos posteriores a aquel de la UCD.

De resultas de todo lo anterior, a nadie se le escapa que las Cajas, muchas de ellas dirigidas por ex políticos, y con consejos de Administración cuajados de representantes de partidos con sabrosas sinecuras, se convirtieron en entidades al servicio del sátrapa autonómico de turno donde la gestión meramente empresarial brillaba por su ausencia mientras se abría paso la oscuridad de los intereses gobernantes. Y no hace falta mencionar nombres que todos tenemos en la cabeza.

He ahí el mayor de los problemas de nuestro sistema financiero. Un sistema financiero que ni se ha saneado ni nada parecido. Y que no ha parado, vía FROB y otras, de recibir dinero del Estado, dinero que ha salido de los bolsillos de los contribuyentes y de los brutales recortes. Unamos a todo eso el escándalo de las preferentes, con centenares de miles de afectados, muchos de ellos ancianos, y tendremos el retrato completo.

Por todo ello, lo más triste es que al parecer no hay responsables. Nadie se hace o se le hace responsable del Desastre. No hemos visto a ningún directivo de ninguna ex Caja de Ahorros vestir el traje a rayas de presidiario. Y mucho me temo que no lo vamos a ver. Eso es lo más insultante. Como insultante es que el Banco de España no haya intervenido ni haya dicho esta boca es mía durante toda la orgía especulativa que se desató, y que hasta el más desinformado veía que sólo podía acabar mal. Tampoco allí hay culpables. De ahí la terrible sensación que le asalta a uno de vivir en un Estado fallido.