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miércoles, 22 de mayo de 2024 | Última actualización: 02:13

Antonio se olvidó que era Antonio: el deterioro cognitivo y las demencias

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María B. Alonso Fabregat. Psicóloga Clínica y Forense. 

Antonio siempre fue alguien definido por sus conocidos, amigos y familiares como alguien pulcro, educado, amable, disciplinado… Pero su familia informa de cómo ha sido su evolución en los últimos meses, y puede que últimos años. Antonio se ha vuelto suspicaz, mal pensado, está en ocasiones irascible y ha tomado una fijación con su hija menor, que es quien lo cuida, piensa que ésta tiene malas intenciones y así lo comunica Antonio al resto de la familia.

Otro punto que está llamando poderosamente la atención de su familia es que repite muchas preguntas que acaba de formular o no recuerda hechos que acaban de ocurrir y, algo impensable para quien era Antonio antes, no quiere ducharse, se resiste a cambiarse de ropa y si se descuidan sus cuidadores se pone su abrigo más cálido como batín casero en pleno agosto. También se alertaron mucho sus hijos, cuando en la última comida familiar atacó vorazmente una bandeja de fiambres, impasable esta conducta en Antonio en otros momentos de su vida, con fuertes hábitos de protocolo ya que su carrera profesional era funcionario de carrera y ocupó diferentes cargos de elevado rango social en su comunidad… Relatan los familiares que Antonio ya no es él, empiezan a no reconocer a esa nueva persona.

Por otra parte, su hija menor que es quien aún vive con Antonio, está desbordada, ya que se siente atacada por su padre, siente que en ocasiones está rabiosa con él, enfadada, que le responde de la misma forma airada, esto alimenta su culpabilidad como hija, ya que considera que tiene poca paciencia con su padre y no tiene vida propia desde que Antonio empezó a modificar su carácter.

En relato anterior bien podría ser un ejemplo de miles de casos de familias que, un buen día, encuentran que sus seres queridos empiezan a cambiar, empiezan a perder hábitos, presentan conductas disruptivas y pérdidas de memoria inmediata muy evidentes, no de la memoria episódica o de vida, que está muy fortalecida en sus cerebros, sino que pierden lo que acaban de percibir o vivir. Todos estos indicadores son claras evidencias de que el deterioro cognitivo de nuestros seres queridos está ya presente e inicia su proceso irreversible.

Asimismo, el relato anterior también deja entrever las consecuencias que tiene para los cuidadores, por la implicación emocional que conlleva en caso de ser familiares, por la poca experiencia o desconocimiento de lo que representa el deterioro cognitivo y evidentemente por el desconocimiento que conlleva en no cuidarse el cuidador y no tomar las medidas oportunas que preserven su salud integral. Un punto en que estaría de acuerdo cualquier experto en la materia es que jamás debe haber un único cuidador.

Las causas que producen deterioro cognitivo pueden ser de diversa índole, dependiendo del foco de inicio en el cerebro y de la etiología. Hablaríamos pues de demencias vasculares, Alzheimer, demencias por Parkinson, demencias por hipotiroidismo, demencias sobrevenidas por enfermedades tumorales, por accidentes traumáticos, demencias por enfermedades genéticas degenerativas… También se habla de deterioro cognitivo reversible cuando el paciente muestra dificultades en ciertas funciones mentales, pero pueden ser debido a estados tóxicos momentáneos o por cuadros reactivos como la depresión y también el uso de ciertos psicofármacos. En este último caso, el cambio o desaparición de las causas que provocan el deterioro cognitivo, harán que el paciente vuelva a un estatus de funciones mentales adecuado.

Qué duda cabe que hoy no solo se busca desde las ciencias de la salud alargar la vida, también la calidad de los ciudadanos durante sus años de vida desde que nacen. Se hace preciso poder diagnosticar cuanto antes el deterioro cognitivo leve, porque mayoritariamente cuando llegan los casos a la consulta de un experto, el deterioro es ya evidente. Se tendría que estar atento a los primeros indicadores de cambio de nuestros seres queridos que van a desarrollar posteriormente un deterioro cognitivo.

En una adecuada evaluación neuropsicológica, evaluamos a nivel cognitivo, conductual y emocional, para ello se evalúa la inteligencia, la memoria, el lenguaje, capacidad atencional, funciones ejecutivas y perceptivas… También hay que realizar una evaluación neurológica. Es muy importante la detección precoz y el determinar la etiología o causas de la problemática así como el tipo, si es vascular o Alzheimer y la fase o momento en el proceso de deterioro que esté el paciente.

La Profesora Cristina Lojo Seoane en la Universidad de Santiago de Compostela,  ha llevado a cabo diversos estudios que relacionan un buen pronóstico y son verdaderos moduladores en el desarrollo y evolución del deterioro cognitivo, la relación  entre reserva cognitiva y deterioro cognitivo ligero. Parece ser que las personas con deterioro cognitivo leve pero con una buena reserva cognitiva por formación académica, complejidad en su trabajo y otros  indicadores de reserva cognitiva como el vocabulario no serían tan evidentes los indicadores al principio, pero se evidenciaría más al final del proceso de deterioro cognitivo, por el contrario en los sujetos con deterioro cognitivo con baja reserva cognitiva se evidenciarían antes los indicadores de deterioro cognitivo. La inteligencia parece ser un buen indicador para proteger o facilitar la compensación por parte del cerebro en el inicio del deterioro cognitivo.

Pero como recoge la Profesora Herminia Paraita de la UNED cuando dice que no solo es importante el reservorio cognitivo como modulador que protege en el deterioro cognitivo, también es muy relevante la actividad física y mental durante la edad adulta posterior y tras el cese de la vida laboral.

Concluimos  que hay múltiples explicaciones y diferencias individuales en el declive cognitivo, unas son genéticas, otras ambientales, actividad física, actividad mental e historia personal… Es por tanto importante mantener un nivel de estimulación cognitiva y de vida en general a lo largo del ciclo vital y no solo estimulación en los primeros años de vida que favorezcan el desarrollo más óptimo en los niños. La búsqueda de esta optimización cerebral debe darse a lo largo de toda la vida.