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martes, 7 de mayo de 2024 | Última actualización: 21:17

Rappel y Aramis Fuster

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Luis Andrés Cisneros.

En primer lugar hay que felicitar al señor Donald Trump por su éxito, contra todo pronóstico, en las elecciones de USA, que se han celebrado esta semana, acabando con un triunfo aplastante del candidato del Partido Republicano.

Y ustedes se preguntarán ¿Qué tendrán que ver Rappel y Aramis Fuster con las elecciones americanas?

Muy sencillo, es muy probable que si estos dos personajes que se dedican a adivinar el futuro, hubieran hecho un vaticinio sobre el vencedor de las elecciones presidenciales norteamericanas, habrían tenido mayor porcentaje de acierto que las empresas que dedican cantidades ingentes de recursos para confeccionar las encuestas.

De ello se pueden deducir varias incógnitas que vamos a intentar despejar en cuatro líneas.

Primera. Los encuestados mienten como bellacos. Vaya por delante que están en su derecho de hacerlo. Lo que demuestra que les importan tanto las encuestas como el número de calzado de François Hollande.

Segunda: Las empresas de demoscopia, en lo referente a las intenciones de voto en unas elecciones, están mal diseñado o, lo que es más grave, están orientadas a condicionar las respuestas de los participantes. Les puedo dar múltiples ejemplos. En España, tanto las realizadas telefónicamente, como aquellas hechas a pie de calle, no te dan opción a que nombres otro partido que los que ellos te indican, Vox y otros, no aparecen en ninguna encuesta.

Tercera: En caso de que el resultado no sea el que el que quien dirige el estudio espera obtener, se hacen las correcciones oportunas basándose en unas fórmulas matemáticas que hagan posible modificar el resultado.

Cuarta: Resulta muy curioso que, dependiendo de quién haya costeado los gastos de la encuesta el resultado varía mucho. Si sale publicado en un medio afín al partido XX, éste sale ampliamente votado, si fuera en un medio afín al partido YY, la encuesta le beneficiaría a éste último.

Quinta: En las elecciones en USA, hemos de convenir, que ninguna encuesta se acercaba, ni de lejos al resultado final. Por lo cual, hubiera sido mucho más rentable para los ‘encargadores’ de encuestas haber hablado con Rappel o con Aramis Fuster ya que, por una módica cantidad hubieran, en el peor de los casos, obtenido unos resultado similares.

Sexta: Sorprende que, de manera machacona, todos los medios españoles hayan demonizado al señor Trump, manipulando las informaciones y sacando única y exclusivamente aquello que  le podía perjudicar. Ningún medio ha actuado de esa manera con la señora Clinton. Eso es lo que se llama información veraz e imparcial, ¡Si señor!

Séptima: Las encuestas vaticinaban que los hispanos, las mujeres, los pobres y todos los habitantes useños que no fueran homófobos, fachas, carcas, retrógrados, lgtbfóbos, machistas, antitaurinos, defensores de la familia, orgullosos de ser americanos, amantes de la libertad, los negros y que les guste expresarse en español, votarían Clinton. Entonces, ¿eso significa que más del 50% de los habitantes de USA son así?

Octava: Vamos a asistir a un rosario de rectificaciones de opinión en los medios españoles que, en el momento en que vean peligrar alguna prebenda por no hablar bien de los Estados Unidos, y de Trump en particular, empezarán a cantar las excelencias del Presidente. Sesgando la información como es preceptivo.

Lo que se ha demostrado, de manera clara y palpable es el hartazgo del electorado norteamericano ante unas políticas, las del presidente Obama, que en nada han beneficiado a la mayoría de los habitantes del país más poderoso del mundo.

Eso sí, además de volver a felicitar al señor Trump y al pueblo americano, me convierto, en aras a un ahorro sensible en los costos de cualquier campaña política, en pedir, de forma imperiosa a todos nuestros partidos políticos, que piensen que en España, además de Rappel y Aramís Fuster, hay infinidad de personas que se dedican a la futurología, que harían a un módico precio unas predicciones mucho más cabales que las que últimamente aparecen y que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Permítanme acabar con un deseo: ¡Viva España!