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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 00:44

Protectora y Amigos, ¿de qué o de quién?

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José Vicente Ramón Moreno.

He tardado una semana en escribir este artículo para que la ira del corazón no enturbiase las palabras del cerebro.

En la calle Cataluña de Castellón se encuentra la Asociación para la Protección de los Animales de Castellón (ASPAC), también autodenominada ‘Amigos de los Animales de Castellón’ (por la rotulación de su local).

Vengo observando desde hace mucho tiempo que chicas muy jóvenes pasean a dos perros, que los que tenemos perros calificamos como grandes y muy agresivos, hasta tal punto que cuando se cruzan con otro perro tienen que apartarse y pararse porque las podrían tirar por la fuerza que tienen. Sorprendentemente nunca llevan bozal, a pesar de de su tamaño y agresividad y, me atrevería a asegurar, que uno de ellos es de raza considerada peligrosa a pesar de que son mestizos y no es fácil distinguirlo.

El pasado martes, día 1 de marzo, mi hija Caterina (34 años) pasaba por la calle Cataluña con nuestro perro (un caniche cruce con bichón maltés de tamaño mediano). Al observar que cerca de la esquina con la calle Concepción Arenal estaban las dos voluntarias con los dos perros agresivos cruzó la calle para evitar su encuentro e ir por la otra acera, momento en el que, primero uno y luego el otro, se les escaparon de las manos los dos perros y se abalanzaron sobre mi hija y mi perro y, a pesar de los intentos de mi hija por abrir las fauces del que peor atacaba a nuestro perro, sólo consiguió que la mordiera a ella también en manos y muslo derecho.

Las dos voluntarias no fueron capaces de reaccionar teniendo que ayudar otras personas adultas a separar a los perros y entrarlos en su sede. Ninguna de las dos voluntarias fue capaz de salir a la calle para interesarse por el estado de mi hija (con un shock brutal) y nuestro perro, moribundo en sus brazos. Eso sí, en tal situación, el encargado, en un alarde de deshumanidad, salió para decirle a mi hija que se apartase de su puerta porque los perros de dentro estaban ladrando porque la veían allí.

Me avisaron telefónicamente, acudí inmediatamente, llevamos a nuestro perro a la clínica veterinaria pero después de hacerle radiografías se pudo ver que tenía dos vértebras partidas, varias costillas rotas, un pulmón perforado y otros daños que obligaron a eutanasiarlo (sacrificarlo). No quiero ni pensar si, en lugar de mi perro, es un niño pequeño de la mano de su madre. A estas horas estaríamos lamentando una muerte humana.

Creo que la ‘Protectora’ que tantos alardes hace en prensa cuando detecta algún caso de maltrato, debería formar a sus voluntarios (con las subvenciones oficiales que recibe), elegirlos adecuadamente para el animal que van a pasear y, sobre todo, tomar todas las medidas de protección (bozales, correas, etc.) y los voluntarios no deberían estar por sentirse bien y presumir de su actividad ante familiares y amigos sino por una verdadera vocación de formación y servicio de cara a la sociedad.

La guinda del pastel la culminan la Presidenta y una de las componentes de su equipo que no me han querido facilitar datos ni de los dos perros ni de las dos voluntarias para poder interponer la correspondiente denuncia que, por supuesto, he presentado igualmente. Espero que reciban cada uno de ellos el castigo que la ley permita (aunque considero que es excesivamente blanda en estos temas).