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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 00:44

Lecturas en USA

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Cuando se entra en una de las numerosas sucursales de la librería Barnes and Noble diseminadas por todo el país (717 establecimientos, 35.000 empleados) y se ve uno rodeado por millones de libros, se tiene una doble impresión: la primera es la grandeza de la literatura y de la letra impresa. Ahora que se habla de que los libros desaparecerán a corto plazo y se verán sustituidos por artilugios electrónicos, confío en que si ello ocurre algún día, no me pille por aquí. La segunda sensación es la pequeñez del esfuerzo individual de la creación literaria, un campo en que da la impresión de que todo está dicho, escrito y publicado.

Aparte de las mil obras que aparecen constantemente sobre la ‘autoayuda’ y que abarcan terrenos tan variados como aprender a ahorrar, a adelgazar, a mantenerse en forma, a cocinar, a preservar el equilibrio psicológico, me ha llamado la atención el mantenimiento en los escaparates de dos libros que triunfaron hace más de medio siglo y cuyos autores ya no están en disposición de crear. Salinger, autor de ‘El guardián entre el centeno’, murió en 2010; Harper Lee, autora de ‘Matar a un ruiseñor’ no escribió nada desde que en 1962 ganara el Pulitzer con aquella su primera publicación.

Salínger y Lee fueron fenómenos singulares en literatura. Ambos lograron la fama con un solo libro y nunca volvieron a publicar nada más. Pero he ahí que la señora Lee, nonagenaria y en no muy buen estado de salud, anuncia la publicación de otro libro. No es una obra reciente sino que fue escrita con anterioridad a ‘Matar a un ruiseñor’ y la acción se desarrolla veinte años después de cerrarse la niñez de los dos hijos del abogado Atticus Finch, cuando la ya adulta Scout Finch vuelve a la pequeña localidad en que pasara su niñez.
La nueva obra que se titulará ‘Go set de watchman’ (algo así como ‘Ve y forma al vigilante’) aparecerá en Julio pero ya hay cientos de miles de reservas. Así funcionan las cosas en este país.

Pero aparte de mencionarles la media docena de autores de moda como son Franzen (‘Libertad’), Doerr (‘Toda la luz que no podemos ver’), Flynn (‘Perdida’), Tart (‘El jilguero’), Yanagihara (‘La pequeña vida’), Strayed (‘Salvaje’), déjenme hablarles de un fenómeno novedoso en los EEUU: la literatura gráfica orientada no solo a los menores sino especialmente a los adultos.

Les confesaré que en mi juventud fui muy aficionado a los comix o tebeos. Conservo cuidadosamente encuadernadas colecciones completas de ‘El inspector Dan’, ‘Hazañas bélicas’, ‘Las aventuras del FBI’, ‘Aventurero’, ‘El pequeño sherif’, ‘Texas Bill’, ‘Suchai’,  etc. Como ven historias de policías, espías, soldados, vaqueros.

Las narraciones gráficas que hoy arrasan en América son de un género rotundamente diferente. Los jóvenes dibujantes, preparados en escuelas de arte, nos cuentan sus propias experiencias con una estética sencilla. Fíjense ustedes en los temas minuciosamente desarrollados en volúmenes de más de 200 páginas: las desventuras de una preadolescente con su dentista, el crucero de una joven acompañando a sus abuelos nonagenarios, las tormentosas relaciones de dos hermanitas, el proceso vocacional de una chef desde su niñez. Pero junto a temas aparentemente tan banales subyacen las dificultades de los padres, los divorcios, el amor por la familia, el despertar de la pubertad, el espíritu de sacrificio y la compasión por los mayores, las ambiciones profesionales. No se trata de obras menores ni de lecturas infantiles. Se está ya trabajando para que pronto haya un premio Pulitzer para la literatura gráfica. Bienvenido sea.

No crean que he olvidado lo que nos jugamos en España mañana. Hace unos días estuve en la embajada en Washington -que, por cierto, compre yo para el estado español en 1992- y ejercí el voto. No dejen de hacerlo. Es más importante que nunca.