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sábado, 20 de abril de 2024 | Última actualización: 14:33

Las manos del futuro (III)

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Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.

Hola a todos. En esta serie intermitente me dedico a recoger algunos de los últimos avances referentes a las prótesis de mano. Así, recientemente estamos de celebración ya que se ha conseguido un nuevo hito para asimilar el máximo posible un artilugio biomecánico al conjunto de tejidos que conocemos como cuerpo humano, y más concretamente, una mano.

Toda esta historia comienza una nochevieja de 2003, cuando a Dennis le explotó un cohete tan cerca del brazo izquierdo que tuvieron que amputárselo hasta justo antes del codo. Sin perder la esperanza, desde entonces se ha manejado con una prótesis muy avanzada que le permite coger objetos pero no sentirlos. Esto implica estar continuamente mirando lo que coge, si no quiere destrozarlos por un exceso de presión.

Pero este problema podría tener solución. Recientemente, una veintena de científicos de cinco países europeos han conseguido desarrollar una prótesis repleta de sensores, colocarla en el antebrazo de  Dennis y conectarla a los nervios que conectaban con la mano antigua. Aunque la primera parte suena muy complicada, el gran reto de este proyecto es realizar una interfaz eléctrica que conecte el cerebro con la prótesis para poder obtener información sobre lo que está sucediendo alrededor de los dedos mecánicos y poder actuar en consecuencia.

Para crear esta interfaz, un grupo de cirujanos y neurólogos implantó a Dennis cuatro electrodos minúsculos en los nervios cubital y mediano del brazo, que son los que enervan casi la totalidad de la palma de la mano y en particular los dedos. De forma paralela, colocaron una serie de sensores de tensión en la mano robótica. Una vez colocados los terminales, solo faltaba completar la conexión de los electrodos a la prótesis y comprobar si el paciente podía recuperar su sentido del tacto. Tarea nada fácil ya que, además, el sistema tenía que convertir los datos registrados por los sensores en señales eléctricas que pasaran a los nervios desde los electrodos implantados. Y en un proceso bidireccional, también tenía que traducir las órdenes del cerebro, que son impulsos nerviosos, en más señales eléctricas que activaran la mano y los dedos.

Y más difícil todavía: todo en milisegundos, en la práctica, en tiempo real.

Después de 700 pruebas y algunos objetos rotos, Dennis consiguió el objetivo del proyecto: pudo identificar las formas y la dureza de los objetos que cogía y modular la fuerza de agarre sin ver ni oír lo que estaba cogiendo, algo impensable con las prótesis actuales. Sin embargo, esto no ha hecho más que empezar, ya que en los siguientes experimentos los científicos esperan poder mejorar la capacidad sensorial de la prótesis con la temperatura, el movimiento angular o la propiocepción (es la sensación de que la mano está ahí y es propia).

Gracias a avances como éste, personas amputadas están mucho más cerca de volver a sentir el mundo con sus manos. Y gracias a la investigación es posible mejorar el nivel de vida de muchísimas personas. Como siempre, comentarios abiertos para sugerencias, ideas… Hasta la semana que viene.