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viernes, 3 de mayo de 2024 | Última actualización: 12:21

Inflación, divino tesoro

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Enrique Domínguez. Economista.

Creo que, a bote pronto, puedo haberme pasado varios pueblos, como se suele decir, con este título. ¡Alabar a la inflación¡ ¿cómo puede ser eso?  Espero conseguir explicarme.

En mis ya lejanas clases de teoría económica se nos explicaba lo que era la inflación y los peligros y problemas que su elevado nivel podía originar: el caso de la economía alemana entre las dos guerras mundiales sería paradigmático.

También se nos decía lo que era lo opuesto a la inflación, la deflación, y sus peligros y consecuencias; tenemos hasta no hace mucho el ejemplo de la economía nipona. Y también se nos hablaba de la estanflación, o sea de inflación con mínimo crecimiento.

En nuestro país hemos pasado por fases de inflación alta, como en 1977 con tasas del 26% anual lo que implicaba altos tipos de interés tanto para nuestros depósitos como para los préstamos solicitados. Y también hemos tenido recientemente años con tasas relativamente elevadas de inflación pero con pequeños avances, e incluso retrocesos, en el PIB anual.

No pretendo, en modo alguno, que este comentario sea una clase de economía pero sí el señalar que podemos entrar, que tenemos más riesgo que otros países, que otea en el horizonte la otra palabreja: deflación.

Y no solo se cierne sobre la economía española, sino que se intuye también sobre el conjunto de la economía de la Unión Europea.

El Banco Central Europeo tiene como uno de sus pilares básicos el listón de la tasa de inflación comunitaria en el 2% y ello ha dirigido hasta la fecha la mayor parte de sus actuaciones con los tipos de interés; cuando la tasa se ha desmadrado hacia arriba se actuó aumentándolos (recordar la época del anterior presidente, el Sr. Trichet) y ahora que tiene niveles bajos y que, además, hay escaso crecimiento económico, se han ido reduciendo hasta un testimonial 0,25%. Pero seguimos creciendo poco en la Unión Europea y las previsiones van en esa misma dirección.

Se dice que estamos en una fase de baja inflación: frente a una tasa de inflación del 0,8% en 2013 en la eurozona, se incrementó solo el 0,3% en España, el 0,2% en la Comunidad Valenciana y, cuidado, el 0% en la provincia de Castellón y con una tasa del -0,4% si los doce meses hubieran terminado el 31 de octubre. Y sigue a la baja en el primer trimestre de 2014.

¿Estamos ya en la temida deflación? ¿Seguimos, como dice el Sr. Draghi, en una etapa de baja inflación? ¿Corremos más o menos peligro de caer en ella?

Las previsiones de diferentes organismos internacionales, esos que analizan muy bien el pasado pero que fallan mucho en sus previsiones de futuro, nos dicen que España corre un serio peligro de deflación. Posiblemente, añado yo, más Castellón a tenor de las cifras anteriores.

El hecho de una recaudación negativa del IVA en la provincia el año pasado respecto a 2012 podría tener una de sus causas en la paralización de nuestro mercado interior, si bien el avance en las exportaciones está paliando en parte este comportamiento.

Pero, sin unas claras y urgentes medidas que dinamicen nuestra economía; sin unos claros objetivos de futuro que se apoyen en dar valor a nuestros productos y no solo conseguir precios competitivos, corremos un serio peligro de que apenas crezcamos y que los precios sean negativos con todo lo que ello comporta en cuanto a retraso en compras y en caída de la producción.

Por eso, en este momento a la inflación, dentro de límites aceptables y como fruto de las medidas y objetivos del párrafo anterior, la llamo divino tesoro ¿Están de acuerdo conmigo?