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jueves, 25 de abril de 2024 | Última actualización: 18:35

Miguel Roca y Sor Patrocinio

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

María Josefa de los Dolores Anastasia de Quiroga Capopardo era en el siglo, o sea de verdad, el nombre de Sor Patrocinio, una monja andariega y reaccionaria, extraída de una vida cortesana venida a menos por la guerra del francés y por la temprana muerte de su padre, que había sido gentilhombre del rey y su administrador de rentas. Quiso casarla su madre con Salustiano Olózaga, que llegaría a ser jefe político de Madrid en el gobierno de Mendizábal y figura destacada del Partido Progresista. María Josefa dijo que nones y se metió monja franciscana concepcionista. Pero ejerció desde el convento una nociva influencia en la reina Isabel II, de quien se hizo amiga y confidente por su ascendiente místico y ultramontano, basado en el histérico fenómeno paranormal de los estigmas que hicieron famosa a la franciscana como la ‘monja de las cinco llagas’.

Cuando muere el confesor de la reina, Sor Patrocinio se movilizó, sin éxito, para impedir que fuera nombrado nuevo confesor el padre Claret, hasta entonces arzobispo de  La Habana.  Proponía para el cargo al arzobispo de Burgos, Cirilo de Alameda, un ferviente carlista. Se fiaba la monja del ultramontanismo de Claret y de su virtud innegable, “sólo encuentro que, siendo catalán, no me parece haría muchos progresos con los castellanos, porque hay entre los dos países una cierta prevención que yo misma he experimentado…y quizás proporcionase a V.M. disgustos inesperados.” El hecho de ser catalán era a los ojos de Sor Patrocinio un demérito que impedía conferir tan delicado cargo al religioso nacido en Sallent.

Esta semana hemos asistido a la crucifixión mediática de Miquel Roca i Junyent por su polémico apoyo al plan soberanista de Mas y a su manifestación irrenunciable de sentirse nación catalana, mal que le pese a media España. La escandalera es mayor por tratarse de uno de los padres de la Constitución de 1978. Aunque comparto que los planes de independencia de Cataluña son más fruto de una paranoia histérica y colectiva que de un proyecto político serio y maduro, también reconozco que a esta situación del  mal llamado choque de trenes se ha llegado porque hay en la España actual un sinnúmero de Sor Patrocinios que, no es que nieguen a los catalanes el derecho de sentirse nación, sino que lo que desean en lo más profundo es la extinción de su identidad. Como decía la monja, hay entre los dos países una clara prevención.

De dicha prevención fue víctima Miquel Roca en aquella operación del Partido Reformista que, además de reparar el centro político que había dejado vacante la UCD, pretendía que España pudiera tener por fin un presidente de gobierno catalán. Se trata de una asignatura pendiente desde Prim, Figueras y Pi i Margall,  que lo fueron en el siglo XIX. La operación Roca fue un fiasco que dejó una deuda de más de catorce mil millones de pesetas, pues los banqueros echaron el resto en promover su candidatura. España, como Sor Patrocinio, dijo nones a Roca for president por el simple hecho de ser catalán. También esto es para hacérselo mirar. Sin que sirva de pretexto para justificar el desvarío de clan Junqueras y Mas. Por cierto, fue Pujol quien más tajada sacó, pues fue la maniobra perfecta para deshacerse de Roca y quien cargó a los catalanes la deuda contraída con los banqueros a base de concesiones y contrataciones de obras públicas.