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viernes, 29 de marzo de 2024 | Última actualización: 14:20

¡Vocación, doctora, vocación!

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José Vicente Ramón Moreno.

Siempre he pensado que para el ejercicio de cualquier profesión, además de la formación, sería ideal una buena dosis de vocación. Esta condición creo que se convierte en imprescindible cuando los elementos con los que se trabaja son seres vivos (docentes, médicos, veterinarios, etc.). En este caso no debería dejarse ejercer a quienes no demostrasen que hacen gala de una buena vocación porque lo único que hacen es amargarse ellos y amargar a los demás.

El sábado pasado acudí a las cinco de la madrugada al servicio de urgencias de la calle Trullos acompañando a una familiar. Después de anotar los datos de la enferma tardaron entre cuatro y cinco minutos en indicarnos que ya podíamos pasar.

Recorrimos algo de pasillo y, sentada detrás de su mesa, nos esperaba una doctora joven, de unos treinta años, con no muy buena cara. Yo lo achaqué a que estaría descansando pero el resultado fue otro.

Cuando comenzó a preguntar a la enferma qué le ocurría fue cuando fuimos conociendo su mala educación, falta de sensibilidad y nula vocación por su profesión. El trato infringido a una persona mayor que se encontraba mal fue hasta vergonzoso. Por supuesto no se movió de su asiento ni para tomar la tensión arterial ni para comprobar si tenía fiebre y después de tres intentos conseguí que simulase la lectura del informe emitido en el Hospital General tres días antes ya que, al finalizar, dijo algo diferente a lo aparecido en el informe.

Recogí la documentación, le pedí disculpas por “haberla molestado a las cinco de la madrugada” y le dije que ya presentaría la oportuna reclamación. Con el paso de los días, y con la cabeza más fría, he desistido de hacerlo porque el corporativismo puede hacer que no sirva para nada mi esfuerzo, aunque la gran mayoría de los médicos son unos grandes profesionales.

Sí que ruego a alguno de sus jefes, si lee este artículo, que tenga en cuenta que con esta señorita surgirán más problemas porque es negada para su profesión. Y a ella sólo puedo decirle, ¡vocación, doctora, vocación!